Globalización científica frente a embargo económico: científicos chinos y cubanos trabajan en vacuna genérica

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El desarrollo de variantes y mutaciones del virus en distintas partes del planeta parece indicar que las organizaciones mundiales deberían predisponerse a la aparición de nuevas emergencias. Las variantes británica, india o africana son una preocupación para los investigadores, pues ante la aparición de una mutante que ofreciera especial resistencia podrían verse malogrados los planes de vacunación ya iniciados en los países que han dispuesto de medios para distribuir las vacunas.

Con este fin, científicos cubanos y chinos están sumando esfuerzos para la investigación de una potencial vacuna genérica que sirviera de protección frente a variantes del coronavirus. El proyecto Pan-Corona se lleva a cabo en instalaciones de la ciudad china de Yongzhou, en un centro de investigación biotecnológica creado hace dos años, y es liderado por expertos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba. Las buenas relaciones entre los científicos del sector biotecnológico de ambas naciones y la existencia previa de buenos vínculos de trabajo, permitieron que se concluyera el montaje de un centro de innovación tecnológica creado en esta ciudad china, en la provincia de Hunan.

Los cinco proyectos de vacunas cubanas: Soberana I, II y Plus, Abdala y Mambisa

La directora de este centro, Marta Ayala Ávila, manifestó en una entrevista en La Habana que científicos de este centro trabajan conjuntamente con colegas de China para iniciar este proyecto Pan-Corona, cuyo objetivo es lograr ese fármaco de amplio espectro contra las mutaciones del coronavirus. La responsable del CIGB destacó la importancia de que la nación caribeña haya llegado a desarrollar cinco candidatos vacunales contra el Covid-19 y puso en valor que ese logro ha sido posible gracias a la inversión realizada por la Revolución en el desarrollo del sector biotecnológico y farmacéutico. Es también remarcable que los científicos cubanos emplearon tecnología y recursos humanos nacionales para crear estos candidatos vacunales, así como anticuerpos producidos en la isla.

Globalización científica frente a embargo económico

En el año 1610 Galileo publicaba su libro El mensajero sideral en el que exponía los descubrimientos astronómicos que pudo obtener gracias a su perfeccionamiento del telescopio; semanas después, Kepler, leía el libro (que contenía las instrucciones para mejorar el telescopio) y respondía desde el centro de Europa con otra obra, Conversación con el mensajero sideral. Este curioso diálogo entre mensajeros siderales supone la primera campaña de investigación científica a tiempo real entre distintos puntos del planeta, una de las características primordiales del método científico.

La gran cantidad de información que ha compartido la comunidad científica internacional a partir del surgimiento de la pandemia ha sido clave para avanzar rápido en esta iniciativa. Existen más de 300 candidatos vacunales que se desarrollan a la vez en el mundo, situación inédita en la historia.

Sin embargo, los intereses económicos son un lastre para el progreso global. Los rendimientos que las grandes compañías farmacéuticas obtendrán gracias a la patentes supondrán movimientos decisivos en las bolsas mundiales (recientemente la compañía Pfizer acordó bajo contrato la venta de unos 300 millones de vacunas a la Unión Europea, lo que significaría, si son correctos los datos filtrados por la prensa y que estiman un valor de 15 euros por dosis -los contratos con la UE son opacos- un total de 4.500 millones de euros). Estas cantidades se convierten por su enorme valor en auténticos objetivos geopolíticos, además de por la posibilidad que ofrecen de esquivar las restricciones comerciales que mantienen en el confinamiento a las economías de países enteros.

Por otra parte, los conocimientos acumulados en los últimos meses han impulsado el trabajo, pero los científicos cubanos que lideran la investigación de Pan-Corona todavía no han podido viajar a China debido a los cierres de fronteras y estrictos requerimientos de entrada.

«El bloqueo (como se llama en Cuba al embargo) es una limitación enorme, –ha manifestado Gerardo Guillén, responsable del CIGB– incluso el encarecimiento de las materias primas que para Cuba es doble, triple, cuádruple porque no podemos traerlas directamente de EE.UU. que es el mercado más cercano y donde más se producen estos insumos que necesitamos. También la limitación con los equipos, las piezas de repuesto, etc».

A pesar de ello, concluye Guillén, «el bloqueo nos ha obligado a innovar, porque otros pueden contar con las cosas que necesitan y nosotros tenemos que buscar otras vías para llegar al mismo resultado».

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