That’s the question: ¿Crear o no crear un partido feminista?

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Pilar Aguilar Carrasco

Hay quienes alegan contra el llamamiento para crear un partido feminista que hicimos 141 mujeres -pronto secundado por 1500 más-.

Iria Bouzas, por ejemplo, señala que, dentro de las organizaciones, los egos “devoran grandes cantidades de energía que seguramente estarían muchísimo mejor empleadas en fines más elevados”. Pero, como ella misma ve bien que militemos en los partidos clásicos, pregunto: ¿supone que, dentro de esos partidos, nuestros egos femeninos se esfuman por arte de magia, facilitando así que nos dediquemos a “fines más elevados”? No sé, no sé… El argumento se parece como dos gotas de agua al que siempre nos han soltado los “camaradas” varones: “Chica, deja que yo me ocupe de las tareas del mando, esas que tanto desgastan a cuenta de la pugna de egos y tú dedícate a los fines elevados, o sea, prepárame los dosieres y la documentación. Y, si no te importa (que ya sé que no porque las mujeres sois admirables), de paso, tráeme un café, anda guapa”.

Iria también nos toma el pelo (cariñosamente por supuesto) comentando la inoperancia del idealismo… Como la palabra idealista es tan polisémica y traicionera resulta difícil rebatirla en esos términos. Yo prefiero hablar de horizonte utópico. El horizonte utópico, como su nombre indica, es inalcanzable, siempre se vislumbra otro horizonte utópico más allá (en eso precisamente consiste lo bueno de los horizontes utópicos). También prefiero hablar de objetivos a corto y medio plazo. Unos serán más realizables que otros, claro está, pero hay que tenerlos y luchar por ellos. Lo cual no significa que el resultado no interese o sea baladí. Luchamos para ganar, que quede claro. De hecho, la historia nos demuestra lo mucho que las mujeres hemos ganado en poco tiempo (quien lo dude que vuelva la vista sesenta años atrás).

Argumenta Bouzas que, además, la lucha feminista no sabría hacer propuestas sobre, por ejemplo, el plan de pensiones o de infraestructuras. Pues hasta yo -que no sé nada de economía- sé que, según datos de 2020, la pensión media de jubilación de las mujeres era de 805,05 euros mensuales frente a los 1.227,74 euros de los hombres. Y también sé a qué se debe tal desigualdad y sé qué demandas debemos hacer para equilibrar la balanza.

Eso respecto a las pensiones; vamos ahora con las infraestructuras: ¿un partido feminista deber tener un plan de infraestructuras propio? Pues seguramente no. ¿Importa? Tampoco. No importa porque seguramente sí tiene mujeres sobradamente preparadas y capaces de evaluar cualquier propuesta parlamentaria sobre cualquier asunto, desde la ingeniería civil a los planes agrícolas, pasando por los ordenadores cuánticos… Ellas sabrán analizar cuál es más favorables para nosotras. Porque este es el objetivo esencial de un partido feminista: buscar en todo momento lo que beneficie a las mujeres.

Además ¿no han perdurado tan ricamente y durante años y años los partidos tradicionales sin tener plan alguno sobre cómo remediar la desigualdad de la mitad de la población? ¿Nos va a decir ahora que no es viable un partido feminista si, por ejemplo, no tiene un proyecto ferroviario? ¡Vamos, anda ya!

En resumen: a mí ninguna de esas alegaciones me estremece. Pero, por supuesto, respeto las opciones de aquellas feministas que deciden luchar desde dentro de los partidos ya existentes.

Otras alegaciones son, sin embargo, más inquietantes. Así, por ejemplo: ¿un partido como el que queremos conseguirá respaldo financiero o mediático? Soy optimista y pienso que nos apañaremos con el dinero que tengamos, pero ¿podemos ignorar el poder de los medios de difusión de masas? Ya vemos lo que están ocurriendo con el transactivismo y su intensiva propaganda mediática. No sé si quedará alguien en España que (con diversos envoltorios) no haya oído este mensaje: “Hay personas especialmente maltratadas, discriminadas y desprovistas de derechos”. A bote pronto, cualquiera pensaría que hablan de discapacitados, mujeres trabajando a destajo y sin estar dadas de alta, mujeres que se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, parados (y paradas muchas más), prostitutas, emigrantes, etc. Y qué va… La vida de esas personas es peccata minuta. Quien debe conmovernos son los millones y millones de trans… Y los ingenuos preguntarán “¿Dónde están esos millones que yo no conozco a ninguno?” “Tranquilos, que los estamos fabricando”, responden.

Pongo este ejemplo porque ilustra muy bien el poder de los medios. Desgraciadamente tenemos razones para sospechar que los medios harán el vacío a nuestro partido feminista.

Bueno, ya estudiaremos cómo paliarlo. Tampoco eso nos amilana: queremos hacer un partido de militantes y la militancia puede ser muy poderosa.

Porque lo fundamental es que vamos a luchar contra el sometimiento que las mujeres siguen padeciendo en todos los órdenes de la vida. Y las mujeres -conviene recordarlo porque hay quien parece que no se entera- somos la mitad de la humanidad.

1 COMENTARIO

  1. Me encantaría poder votar a un partido feminista siempre y cuando tenga claro que el fin no justifica los medios y que no se puede hacer migas con la derecha o, peor, la extrema derecha de HazteOír. No todo vale.

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