Las maestras de la II República

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El presente artículo forma parte del especial que lanza El Común en conmemoración del 90 aniversario de la proclamación de la II República Española, proyecto referente de la izquierda transformadora de este país, que sigue aspirando a un régimen de democracia plena casi un siglo después de aquella experiencia.

Nunca sabremos qué hubiera sido de nuestro país si la oligarquía no hubiera truncado la construcción de la II República española. Estoy convencidísima de que hoy estaríamos mucho mejor de lo que estamos porque la II República apostó, por encima de todo, por la educación como camino para transformar la sociedad y, como docente que soy, comparto esta estrategia. Sin embargo, no pudo ser y en ese no poder ser mucha responsabilidad tuvieron las democracias europeas que miraron para otro lado. Pero no quiero adentrarme en análisis que se me escapan y sí hablar de las maestras republicanas, pilar fundamental del cambio que trajo la II República.

La necesidad imperiosa de acabar con el analfabetismo fue un objetivo prioritario de las autoridades republicanas. Por ello creyeron que los y las docentes eran el cuerpo de funcionarios que más había que mimar, cosa que hicieron. Los maestros y las maestras republicanas entendieron que para conseguir una sociedad basada en la igualdad, la libertad y la solidaridad había que transmitir conocimientos y hábitos que calaran en la niñez y la juventud porque así podría construirse una sociedad mejor. A esa idea se entregaron con fuerza y para ello se formaron en las pedagogías nuevas que se habían practicado en la Institución Libre de Enseñanza, por ejemplo, entendiendo que había que sumar vocación a conocimiento, puesto que la mera voluntad nunca es suficiente.

Las maestras republicanas llegaron a pueblos recónditos donde no siempre las recibieron con los brazos abiertos. Eran mujeres que representaban la autonomía que no quería concederse a las mujeres y, además, eran figuras de autoridad porque portaban la llegada del saber a lugares donde la mayoría ni sabía leer ni escribir. Ellas supieron ganarse el respeto de las gentes de esos pueblos, pues además de enseñar a los niños y niñas se mezclaron con las mujeres del pueblo, a las que atrajeron a la escuela y a las que también enseñaron a leer y a escribir. Esas mujeres valientes, la mayoría muy jóvenes, que se atrevieron a llegar en mula a pueblos pequeños y perdidos mostraron a las paisanas que era posible ser mujer de otro modo. Su sola presencia transformó la mirada de muchos y de muchas y su profunda vocación docente hizo que se ganaran su respeto y admiración.

Mujeres con el pelo y la falda más corta, con tacones mucho más bajos y, en definitiva, con ropas cómodas animaban a leer a todo el mundo. Transmitían saber y ganas por adquirirlo y fueron la mejor carta de presentación que tuvo la II República en todos los pueblos de España. República que apostó por la educación pública, laica, mixta y gratuita como primer punto de la agenda del Estado. Hoy nos llama poderosamente la atención porque vemos que los Estados actuales, que se dicen tan democráticos, reniegan de la educación pública porque saben que una ciudadanía formada es una ciudadanía crítica y exigente y siempre es más cómo tener rebaños. Se equivocan los Estados actuales porque el pueblo español defendió a la República precisamente por eso, porque la República era el pueblo y se defendía a sí mismo.

He de reconocer que no soy nada objetiva en este tema porque las maestras republicanas son para mí un modelo a seguir, por tanto, mi admiración hacia ellas es absoluta y el respeto por lo que representaron es total. Quizá esta falta de objetividad no sea baladí, porque seguir reivindicando su legado y su hacer es lo que nos falta, puesto que la ruptura que trajo el fascismo nos impidió el traspaso de saberes entre generaciones que es la base del progreso social. Esa ruptura del hilo que representa la historia es lo que pretenden reconstruir las iniciativas que han proliferado en todo el país sobre la memoria histórica.

Es bien conocida la depuración que se hizo del cuerpo docente republicano después de terminada la guerra. Incluso antes de terminada la guerra, el 18 de marzo del 39, se redactó la orden por la que se persiguió a los maestros, pero las maestras fueron represaliadas por dos motivos: por maestras y por mujeres libres. Como maestras eran atacadas porque Marcelino Domingo, Ministro de Instrucción Pública, definió a la II República como “la República de los maestros”, así que parece lógico que la barbarie atacara a la ilustración que ejemplificaba el gremio docente. Además, el nacional-catolicismo que nos devolvió de nuevo a la Edad Media no podía consentir que las demás mujeres tuvieran cerca a mujeres como las maestras republicanas, mujeres independientes, que demostraban que no eran adjetivas y que eran capaces de desenvolverse solas en la vida. Después de haber probado la libertad, devolver a las mujeres a tesis tan rancias que reducían a las mujeres a las madres amantísimas y olvidadas de sí mismas solo podría conseguirse si se hacía desaparecer a las maestras republicanas. Además, gracias a las Misiones Pedagógicas, no hubo pueblo en España al que no llegara ese olor a libertad que las maestras desprendían.

Las represaliaron, las asesinaron, les dieron los famosos paseíllos después de raparles el pelo y las que pudieron escapar tuvieron que irse al exilio. María de Maeztu, Carmen Orozco, Antonia Adroher, Margarita Comas, Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard, Justa Freire, Concepción Saiz-Amor o María Sánchez Arbós fueron algunas de esas maestras que hay que nombrar más y reivindicar más. Termino este artículo con una cita de María Sánchez Arbós, porque creo que los y las docentes de hoy deben también asumir como lema sus palabras: “Los asuntos a tratar han sido de orden social. Suplicar a todos que se convenzan de que es preciso educar antes que enseñar”. Qué importante sigue siendo eso de educar, que algo tiene que ver con enseñar, pero va mucho más allá. Gracias a todas esas maestras, mujeres, republicanas y feministas que nos mostraron el camino y que lucharon para que hoy todas podamos vivir mucho más libres.

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