Me hablan de Libertad

Lorenzo Sánchez, taxista de Madrid, vecino del barrio madrileño de Karabanchel, activista del barrio y miembro de Taxi Project.

Me hablan de libertad los hijos y nietos políticos de los ministros franquistas…

Aquellos que todavía no han condenado un golpe de Estado que nos condujo a una Guerra con más de 700.000 muertos. Esos que aún no han reconocido la represión de un régimen dictatorial y nunca han votado para reparar la memoria de las víctimas del mismo.

Aquellos que para su líder, la Guerra Civil son “batallitas de abuelos”…

Los que en 1978 pidieron la abstención en un referéndum para aprobar una Constitución que más de cuarenta años después parece su biblia.

Aquellos que votaron en contra de la Ley del Divorcio y fueron los primeros que se aprovecharon de ella y  que desde su posición de gobierno, vendieron las empresas públicas a precio de saldo, colocando a sus compañeros de pupitre en los nuevos consejos de administración.

Aquellos cuyo líder supremo mintió a la opinión pública para hacerse una foto con sus amigos de las Azores, a la vez que reprimían las manifestaciones en contra de una guerra ilegal con la mayor dureza posible.

Aquellos que durante tres días intentaron engañar a un país entero sobre la autoría del mayor atentado en la historia del mismo.

Aquellos que se opusieron a una ley sobre el matrimonio homosexual que habilitaba casarse civilmente a las parejas del mismo sexo, que tumbaron un a un gobierno progresista y legítimo de la Comunidad de Madrid con unas dudosas abstenciones de dos diputados del partido que iba a presidir dicho gobierno y que posteriormente, desde ese mismo gobierno ya con ellos dentro, entregaron la Sanidad Pública a multinacionales de la salud con los consiguientes recortes en atención a los pacientes.

Me pretenden hablar de libertad aquellos que recortaron los presupuestos en educación pública para favorecer una enseñanza concertada en la que la Iglesia Católica y empresas privadas tienen intereses.

Aquellos que privatizaron la gestión de las residencias públicas de ancianos y que en ellas han dejado morir miles de ellos por falta de atención durante la pandemia.

Sí, los mismo que desde el Ayuntamiento de Madrid vendieron la Vivienda Pública a fondos buitres que acabaron desalojando a los inquilinos que no pudieron hacer frente a los pagos.

Pues no, señora Ayuso, mi libertad no consiste en poder ir a tomarse unas cervezas a una terraza, ni en poder asistir a un concierto, ni en poder ir al cine.

Mi libertad consiste en tener un empleo digno que me permita afrontar los pagos al mes y en que mis hijos, y que todas y todos tengan las mismas oportunidades que los demás de poder estudiar y formarse mediante una enseñanza pública de calidad y un sistema de becas o ayudas en caso de no poder costear sus estudios.

La verdadera libertad es la que nos permite poder ir a nuestro centro de atención primaria y tener un médico, enfermero o pediatra que nos pueda atender sin la presión de tener seis  o siete pacientes más en la sala de espera por falta de recursos.

Esa libertad que haga que nuestros mayores tengan derecho a pasar su vejez en unas condiciones dignas, (que para eso se lo han ganado) y que de igual manera, los jóvenes puedan acceder a una vivienda pública en caso de que así lo necesiten o que las personas dependientes no sufran año tras año recortes presupuestarios para sus cuidados.

En que los barrios céntricos de la ciudad no se conviertan en un parque temático para el turismo de botellón y se abandone a su suerte a los barrios periféricos convirtiéndolos en ghettos donde proliferan locales de apuestas.

En que los ciudadanos puedan elegir en libertad si quieren casarse con una persona de su mismo sexo.

Señora Ayuso si esa es su libertad, yo elijo COMUNISMO.