Ayer, 21 de marzo, se celebró en Palestina el Día de la Madre. Ser madre en Palestina tiene muchas implicaciones, porque significa defender no sólo a los hijos, sino también a la tierra.
Ser madre en Palestina implica plantarle cara cada día a la ocupación, a los colonos, a los soldados, al bloqueo, a mil formas de humillaciones, que las madres sufren no sólo en su persona, sino también en la de sus hijos e hijas.
Ser madre en Palestina es todo un acto de resistencia, resiliencia y supervivencia, que ni la más canalla de las barbaries, el sionismo, por mucho que se empeñe, va a conseguir jamás exterminar.
Con este pequeño preludio comenzó ayer una videoconferencia organizada por el Movimiento de Mujeres Palestinas Alkarama, la Red de Solidaridad con los Presos y Presas palestinas Samidoun, y la Conferencia de la Ruta Alternativa de Palestina Masar Badil. Precisamente para conmemorar este día tan especial y hablar de la experiencia de dos madres palestinas que han pasado (y pasan) por un sufrimiento muy particular: el de tener a un hijo con un Transtorno del Espectro Autista, y el de haber tenido a dos hijos presos en la cárcel.
Soha Al-Najjar es activista por los derechos de los niños autistas en Palestina, y representante de la Asociación “Autism Superhero-Palestine”(https://www.autismsuperpali.com/), siendo ella misma madre de un niño autista. Vive en Burin, cerca de Nablus, Cisjordania, y narró las dificultades que sufren estos niños con TEA y sus familias. La asociación a la que pertenece Soha trata de acompañar a niños y niñas con TEA en el aprendizaje de habilidades relacionadas con la comunicación, el lenguaje, los juegos, el autocontrol y las relaciones con las demás personas, para que de esta manera puedan integrarse en su entorno. La labor es inmensa teniendo en cuenta las dificultades y la hostilidad de ese entorno en el que viven, rodeados de colonias sionistas, con frecuentes cortes de luz, allanamientos nocturnos en las casas, la ausencia de algún familiar asesinado o preso en la cárcel, y en definitiva la violencia diaria de la ocupación.
En relación con la asociación a la que representa Soha y los fondos que necesitan para poder seguir adelante con su vital labor, la moderadora hizo mención al rechazo de los 3 colectivos organizadores a cualquier financiación políticamente condicionada, que impone la UE y que estipula la firma de las llamadas cláusulas «antiterroristas» para la obtención de fondos por parte de la comunidad palestina y organizaciones no gubernamentales. Estas políticas incluyen listar a varias facciones políticas y de resistencia palestinas como grupos y organizaciones terroristas. Estos condicionantes han alcanzado un nivel inaceptable que estipula la firma de cláusulas relacionadas con la prevención del terrorismo que penaliza la historia y la lucha del pueblo palestino. En lugar de recibir el apoyo de la Unión Europea y sus estados miembros, que deberían defender el movimiento de derechos humanos palestino, los colectivos que necesitan fondos se ven obligados a cumplir con estas políticas y cláusulas «antiterroristas» para poder recibir financiación.
La segunda ponente fue Amal Alazzeh; Amal vive en el campamento de refugiados Al-Azza, en Belén. Trabaja como especialista en un laboratorio médico y es madre de una chica y tres chicos, dos de los cuales son ex presos políticos. Amal habló acerca del sistema de visitas de las familias para poder ir a visitar a los hijos e hijas presas. Contó que se tienen que dar siempre en coordinación con la Cruz Roja, y que en repetidas ocasiones las autoridades carcelarias sionistas deniegan poder realizar estas visitas, llegando incluso a darse tan sólo 1 o 2 veces al año. Habló también sobre los rodeos que las familias tienen que dar para poder llegar a la cárcel, pasando además por los check-points donde son retenidos hasta horas para registro documental y físico; cuando por fin llegan a la cárcel, pueden reunirse con sus primogénitos por un tiempo de 45 minutos. Ella misma recuerda lo doloroso que era separarse de sus hijos cuando transcurría este tiempo, y terminó su intervención con la afirmación de que las madres palestinas están condenadas a la esperanza.