El presidente estadounidense Joe Biden ha firmado un paquete de órdenes ejecutivas que buscan poner fin a la criminal política migratoria vigente en su país, conocida como «Tolerancia Cero».
Entre ellas está el fin del proyecto de la construcción del famoso muro con México, el levantamiento del veto a los viajeros de 11 países musulmanes o la eliminación del programa «Permanezcan en México», que deportaba a los solicitantes de asilo a ese país.
Pero entre todos destaca la creación de un grupo de trabajo destinado a «propiciar la reunificación familiar de los menores migrantes custodiados por el Gobierno Federal». O sea, a buscar a los padres y madres de miles de niños que en su día fueron secuestrados por el gobierno norteamericano y separados de sus familias. Que en muchos casos, a su vez, fueron deportadas o estaban indocumentados y ahora no tienen forma de localizar.
El propio Biden lo definía de una manera bastante clara: “Vamos a trabajar para deshacer la vergüenza moral y nacional de la Administración anterior que, literalmente, no en sentido figurado, arrancó a los niños de sus familias, las madres y los padres en la frontera, sin ningún plan, ninguno en absoluto, para reunificar a los niños que siguen bajo custodia y a sus padres”.
Lo sabían de antemano. Esta política criminal comenzó con una prueba, para sondear la opinión pública, en 2017 en El Paso, Texas. La prueba piloto del programa se llevó a cabo entre abril y diciembre de 2017 y condujo a la separación de 303 familias, incluidos 11 menores de un año de edad, 22 que tenían un año cumplido y 28 que tenían dos años de edad. La conclusión de los fiscales que supervisaron el programa, en documento hecho público por la NBC, fue que los menores de 12 años de edad no serían capaces, en su mayoría, de volver a reunirse con sus padres y madres. Aun así, en abril de 2018, el entonces secretario de Justicia, Jeff Sessions, anunció la política de separación y dijo que todo inmigrante que cruzara la frontera ilegalmente sería procesado, incluidos padres y madres con niños pequeños.
La propia ONU llegó a denunciar en un informe de 2019 que la cifra de menores detenidos por causas migratorias en EEUU podía superar los 100 mil. «En términos generales, incluyendo a los niños que están con sus padres y a los menores no acompañados, Estados Unidos es uno de los países con el mayor número de menores retenidos. Hay más de 100.000 niños detenidos por motivos de migración en Estados Unidos. Eso es mucho más que en todos los otros países de los que tenemos cifras fiables«, explicó Manfred Nowak, el principal responsable del estudio.
Solo cuando los propios funcionarios de los centros de detención comenzaron a filtrar los audios de los llantos de los críos llamando a sus madres y las fotos de los niños metidos en jaulas, es que la opinión pública logró forzar la retirada parcial de estas medidas. Pero el daño ya estaba hecho. «Las historias de niños, algunos de ellos bebés, separados de sus padres mientras buscan seguridad en Estados Unidos son desgarradoras. Los niños, sin importar de dónde vienen ni cuál es su estatus migratorio, son niños en primer lugar […] La detención y la separación familiar son experiencias traumáticas que pueden exponer a los niños más vulnerables a la explotación y el abuso, y a generarles un estrés tóxico que, como han demostrado múltiples estudios, puede afectar a su desarrollo a largo plazo» denunció la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Que hoy Trump solo enfrente problemas judiciales por temas fiscales, o que toda la responsabilidad política que se le exija sea por los altercados en el Capitolio, es un síntoma evidente de la peligrosa deriva de nuestras sociedades. Aceptar, normalizar o blanquear este tipo de crímenes contra la humanidad es volver a asomarse al abismo de la barbarie nazi-fascista.
