La persecución del transactivismo a las feministas

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

En el Ministerio de Cultura y Deportes, con la asistencia de la Ministra de Igualdad Irene Montero, se han otorgado los premios que cada año entrega COGAM, acróstico del nombre de la organización de gais y lesbianas que opera en Madrid hace mucho tiempo, y cuya presidenta es Beatriz Gimeno, que ahora ostenta el cargo de Directora del Instituto de la Mujer. Como ustedes ven, al completo la cúpula del gobierno que tiene que defender a las mujeres, aunque al borrar este término del título del ministerio ya no debe ser preciso cumplir con este deber.

Y así es desde el momento en que esta ceremonia se dedica a alabar a aquellos personajes que son hombres pero pretenden ser mujeres y que reclaman su derecho a ser considerados como tales, y además a castigar a las feministas que todavía no estamos del todo calladas, después de la persecución a que nos someten los trans.

En este acto, que pasará a la historia de la infamia, se han concedido los premios adecuados a alabar a la clientela de COGAM gay y trans, y además el que denominan “Ladrillo” en repulsa de las que ellos califican de TERF, acróstico del término en inglés de feministas que odian a los trans. Y no sé si lo llaman de tal modo porque les gustaría tirarnos a la cabeza ladrillos y como no se atreven lo hacen simbólicamente. En la presentación de la ceremonia explicaron que pensaron en otorgarme a mí tan humillante premio, pero que luego decidieron entregárselo a la escritora Lucía Etxeberría, brillante, feminista y varias veces laureada, porque se ha atrevido a decir que las personas transexuales necesitan asistencia psicológica. Esta es una repetición del acoso y persecución que está sufriendo la escritora inglesa  de la serie Harry Potter, J.K. Rawling, porque se atrevió a decir que sólo las mujeres menstrúan. Porque ese lobby trans, que se dice tan perseguido y marginado, que reclama protección, atención, conmiseración y ayuda, es muy eficaz con el hostigamiento a todo aquel que no acepta comulgar con las ruedas de molino de su doctrina de la “autodeterminación de género”. De tal modo que las opositoras estamos siendo denunciadas e investigadas por la Fiscalía de Odio, nos insultan, humillan y se burlan en las RRSS y consiguen incluso que editoriales, librerías y medios de comunicación nos expulsen de sus sagrados senos y no podamos publicar más en ellos. Como me ha sucedido a mí en el diario digital Público y como le está pasando a la escritora Lucía Etxebarría.

En un conmovedor vídeo que ha introducido en su Twitter, Lucía explica sus difíciles circunstancias personales, ya que además de ser madre soltera de una niña, tiene a su madre de 94 años con Alzheimer, no recibe más recursos que los que obtiene con sus publicaciones y padece una patología que le está paralizando los brazos. En esta emotiva y personal declaración hace un patético llamamiento a la ilustre ministra Montero, que estaba en primera fila aplaudiendo y riéndose en la ceremonia de distribución de los premios, en la que se le otorgó el “ladrillo” a Etxebarría, y le pregunta si creía que era aceptable moralmente que se la persiguiera de tal manera. Porque a raíz de la campaña de desprestigio y calumnias que ha desencadenado el lobby trans algunas librerías han retirado sus libros del escaparate y han cancelado las presentaciones de su última novela.

En los discursos con que en dicha ceremonia han obsequiado a la concurrencia, toda clientela de las subvenciones con que ese Ministerio de Igualdad premia a sus fieles -el colectivo COGAM recibe del Instituto de la Mujer 300.000 euros anuales- uno de los representantes de los trans se ha atrevido a decir que las TERF “negamos la realidad”. 

En estos tiempos posmodernos en que toda confusión tiene su asiento, me duele comprobar que los análisis marxistas sobre la realidad en que estamos insertos se desprecian e ignoran, porque como dice el filósofo César Rendueles, este es el tiempo de la alabanza de la ignorancia. Pero ciertamente no imaginé nunca que quienes exigimos que simplemente se acepte la evidencia de que las mujeres son mujeres por su especialidad reproductora y que así nacen y mueren, como todas las hembras mamíferas, seamos quienes “negamos la realidad”.

Esta organización COGAM se ha destacado por pedir la legalización de la fabricación de niños en vientres de alquiler, que se procrean en el útero de las mujeres pobres de países subdesarrollados para entregarlos a los compradores. Todo negocio con el cuerpo de las mujeres es ahora, en esos tiempos neoliberales del capitalismo salvaje, aceptado por esos lobbies homosexuales y trans, que también apoyan legalizar la prostitución. Y a las que todavía nos oponemos a que se consideren mercancías a las mujeres y los bebés, dicen que negamos la realidad. La realidad que ellos quieren legalizar. Según este criterio debemos legalizar la estafa, el robo, las violaciones, el maltrato, las agresiones y el crimen, porque también forman parte de la realidad.

Pero lo ya indignante es que desde las instituciones del Estado como son el Ministerio de Igualdad y el Instituto de la Mujer se acepte, se proteja y se financien semejantes despropósitos, a los que además se pretende dar rango de ley. Precisamente acabo de leer que ese ministerio anuncia que la Ley Trans se presentará en el Parlamento a principios de 2021.

Expreso aquí mi solidaridad y cariño a Lucía Etxebarría, y la hago pública y no solo privada para que nadie crea que me protejo por prudencia. Porque antes que la propia seguridad –no sé cuándo vendrán a tirarme ladrillos algunos elementos de esos colectivos trans- y que la prudencia está la defensa de la justicia y de la verdad. Si nuestra sociedad es tan apática y cobarde que permite sin protestas colectivas contundentes que se acose y segregue a Lucía, como se hizo en la Alemania nazi con los judíos, que se financien con sus impuestos esos colectivos que difunden disparates y alimentan la agresividad y la hostilidad contra quienes no nos doblegamos a sus imposiciones, y que finalmente se aprueben leyes que hacen desaparecer la categoría de mujer como ser humano y que los menores sean objeto de experimentos de hormonación y castración quirúrgica, es que en nuestro país se ha arrasado toda conciencia de defensa de los derechos humanos.

   

2 COMENTARIOS

  1. El artículo es excelente aunque hay un pequeño error que seguramente se puede corregir: Gimeno no preside COGAM. Fue presidenta de FELGTB.

  2. Estoy totalmente de acuerdo con, soy feminista que respeta a toda persona por el hecho de serlo. No obstante todo esto de las trans es un movimiento dirigido por el globalismo de G Soros para desestabilizar la, sociedad…

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