Una Venezuela numantina a pesar de la Democracia

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Arrancó una nueva jornada electoral, en este caso para elecciones legislativas. Recordemos que a diferencia de España, Venezuela es una democracia presidencialista, donde el pueblo elige al presidente del ejecutivo por un lado, y al poder legislativo por otro.

Las elecciones se celebran después de que la Asamblea Nacional, la cámara legislativa, estuviera en desacato desde 2015; tras haber cometido varias ilegalidades con los candidatos. La oposición, sin voluntad propia, y sujeta a Washington, ha dirigido su política hacia el colapso del estado, con tal de generar debilidad institucional y una imagen de descrédito internacional que faciliten las agresiones extranjeras.

El Consejo Nacional Electoral ha preparado todo acorde a la legalidad, cumpliendo con los requisitos democráticos y constitucionales del estado, teniendo los sistemas de votación más avanzados del mundo. Así viene haciendo desde hace tiempo, pero a la «Comunidad Internacional», que es como la jerga periodística llama a los países otanistas, rechaza los resultados denunciando un fraude días antes de que las elecciones se produzcan y sin pretender esclarecer los hechos. Del mismo modo la oposición denuncia que no se cumplen con los requisitos democráticos que ellos exigen, necesitan más tiempo para prepararse y por ello las rechazan. La Democracia, para los imperialistas, es un estado sometido a sus intereses, débil y dócil ante su voluntad, y si no, es dictadura… Da exactamente igual el orden institucional del estado en cuestión, su minuciosidad electoral o su contexto.

Cuando uno analiza detenidamente el régimen venezolano, observando su Constitución y orden institucional, está ante un régimen democrático liberal sin duda alguna, que si bien es cierto, tiene mecanismos donde extiende su democracia más allá de las esferas representativas y las lleva a niveles populares. No estamos ante ninguna dictadura desde el punto de vista liberal, la única válida visión en Occidente. Pese a todo, el asedio desde fuera y desde dentro es feroz, y así lleva siendo desde el triunfo de Chávez. No se ha conseguido aplacar la voracidad imperialista, porque su voracidad no depende del tipo de régimen que seas o si cuidas de los ‘Derechos Humanos’, tan solo hay que fijarse en Ucrania, Israel o Marruecos.

Al mismo tiempo, si analizamos lo que ha ocurrido en América en situaciones similares, como el caso de Lula, el de Evo, el de Allende, el de Cristina Kirchner, etc etc, la condición del estado ha sido indiferente. El imperialismo ha derrocado a los diferentes presidentes mediante subterfugios judiciales, usando al ejército o llevando al colapso del estado; bajo la misma acusación de ‘Dictadura’ o ‘Corrupción’. Todos estos regímenes son democrático-liberales, pero el pueblo había cometido el pecado de aupar a personas de izquierda y nacionalistas hasta el poder ejecutivo, en oposición, más o menos frontal, con el imperialismo.

Pero, increíblemente, hay un régimen en América que soportó todos los golpes, tanto militares, como institucionales como callejeros, y persiste a pesar de ser una isla diminuta: Cuba.

Para un socialista científico Cuba es una democracia, en particular una democracia especialmente avanzada y progresista, que es la propia de la Dictadura proletaria. No obstante, no es posible defender desde un punto de vista liberal que Cuba sea una ‘Democracia’ por la hegemonía social y doctrinal del Partido Comunista, la cual se consagra constitucional y materialmente. Para el que concuerde con la doctrina liberal del estado (y acá se incluyen socialdemócratas), el estado ha de acoger a varios partidos en sus instituciones, como mínimo dos, resultando en la práctica que la pluralidad partidista es una pluralidad de partidos que obedecen a los monopolios… Dictaduras ambas, pero la socialista es la dictadura de la inmensa mayoría de la gente, de los desposeídos, sobre sus opresores.

Por lo cual cabe preguntarse ¿en qué aprovecha al Partido Socialista de Venezuela este orden institucional, este régimen, que permite y tolera a unos sectores anti-populares e imperialistas que han llevado al colapso del estado, han practicado el terrorismo y persisten en esa vía?

El Partido Socialista de Venezuela, que merece todo mi respeto y admiración por la gesta nacional que está llevando a cabo, creo que está preso de los complejos ideológicos impuestos por los imperialistas en cierto modo, como gran parte de la izquierda hispanoamericana y española, la cual busca la aprobación y el respeto de un enemigo que carece de escrúpulos y honestidad.

El año de 1917 se nos abrió un camino, y se encendió un faro para las naciones y las clases populares: el de la Dictadura Proletaria. ¿No tenemos suficiente peso en el trabajo y los padecimientos para tener que aguantar además las hipotecas ideológicas de los imperialistas, los cuales usan como coartada para debilitar a los estados y hacerlos vulnerables ante su gran poder?

¿Qué granjero digno de su oficio permitiría que los zorros entraran en el redil de sus ovejas? Antes bien pondría cercos y vigilaría la zona armado, presto a disparar. ¿Quién prestaría oídos a los zorros que piden entrar en el redil y votar junto con las ovejas cuántas de ellas pueden devorar? Y es por ello que por compasión, o seguramente ingenuidad, muchas veces han entrado los zorros a devorar, como hicieron con Salvador Allende, pero ni un zorro se arriesga siquiera a deambular por Norcorea, tampoco por la China… Y cuando un gigantesco ejército de zorros entraron en la antigua Unión Soviética, tuvieron que retroceder hasta sus madrigueras… Muchos serán los reproches ‘humanitarios’ y ‘democráticos’, entre lágrimas de cocodrilo, que hagan nuestros adversarios a aquellos países ¿Pero quién puede decir que aquellos estados pendan de un hilo o que tiemble su estabilidad?

El Proletariado y los pueblos oprimidos, necesitan estados fuertes, férreos, que resistan los embates del imperialismo, sujetos íntegramente a su revolucionaria voluntad. Que no vacilen en usar la fuerza, que sean contundentes, al tiempo que templados e inteligentes. La meta es la victoria, y los medios importan, siempre y cuando conduzcan a ella: Un redil cercado con un granjero armado.

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