España, año 0

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Juan 5:19: “Sabemos que nosotros provenimos de Dios,
pero el mundo entero está bajo el poder del Maligno.”

La derecha ha utilizado tanto a la infancia para esgrimir argumentos falaces que resulta muy difícil utilizar el ejemplo de los niños para cualquier reflexión seria. No obstante, la izquierda también ha recurrido a la infancia para ejemplificar sus posiciones. Sin duda, uno de los ejemplos más brillantes de ello es Alemania, año 0, dirigida por Roberto Rossellini en 1948. En la película se muestra la vida de un niño de 13 años berlinés nada más terminar la segunda guerra mundial. Se trata de una historia conmovedora a la vez que terrible en la que, entre ruinas y casas derruidas por los bombardeos, el niño sufre continuamente las mentiras de las generaciones anteriores a la suya.

Guardando todas las distancias, creo que es conveniente hacer el mismo ejercicio que hace Rossellini en el caso de la España actual, ya que la crisis de la COVID 19 ha llevado a la sociedad española a una especie de año 0. ¿En qué país está creciendo a día de hoy un niño de 13 años español? ¿Qué mentiras tiene que soportar? Y sobre todo ¿Qué futuro les espera?

Para empezar, ese niño español es probable que sea pobre, ya que el 27,1% de los menores de 16 años en España lo son (solo Rumanía y Bulgaria nos superan en pobreza infantil dentro de la UE), pero lo que es todavía más probable es que en el futuro sufra el paro, ya que el desempleo entre menores de 25 años en España es del 40,4%.

Es cierto que se puede construir el argumento de que estos datos se deben al coronavirus y que cuando superemos la pandemia (que la superaremos) estos datos mejorarán. No hay ninguna razón para que no lo hagan. Al fin y al cabo, la crisis no es una crisis de recursos reales, sino sanitaria. Sin embargo, cabe preguntarse si realmente este argumento es veraz. Yo creo que no. Cuando la crisis sanitaria mejore, puede que haya una cierta recuperación, pero en ningún caso el final de la crisis significará el inicio de una época de bienestar.

Las razones hay que buscarlas en la pertenencia de España al euro y a la Unión Europea. Ante la emergencia de la pandemia, la UE suspendió sus reglas de déficit y de gasto. Esto significa que los países que incurran en déficits públicos superiores a los establecidos por los tratados no serán sancionados. Esta suspensión fue un acierto. Sin embargo, son muy pocos los que se hacen la siguiente pregunta: si en un momento de crisis sanitaria hay que suspender las reglas de la UE y liberar a los países de los límites de déficit público porque de otra manera los países de la UE no podrían hacer frente a la pandemia, ¿qué sentido tienen las reglas de gasto y de déficit en tiempos de normalidad? La respuesta es obvia: ninguno.

La crisis de la COVID 19 ha demostrado que las reglas de gasto y de déficit de la UE y del euro son absurdas y minan la capacidad de respuesta de los estados ante situaciones de emergencia. La retórica que se nos vendió durante años a las generaciones anteriores a la de nuestro niño de 13 años, según la cual las reglas de gasto y de déficit de la UE reforzaban las economías europeas y las dotaban de una mayor estabilidad, era una gran y pestilente mentira. Lo que han hecho las reglas de la UE ha sido precisamente lo contrario, han debilitado a las economías europeas y las han despojado de los instrumentos necesarios para hacer frente a las crisis. Lo único que persiguen las reglas de la UE es desmantelar los sectores públicos y transferir la mayor parte posible de los recursos a las élites que dominan el sector privado.

Habrá quien diga que la UE va a rescatarnos y que nos va a conceder ayudas para salir de la crisis, pero esto también es falso. En un principio, se llegó a decir que España recibiría 140.000 millones procedentes de Bruselas para realizar la reconstrucción tras la crisis de la COVID y que de esos millones 72.700 serían ayudas directas. Otra mentira. Lo cierto es que, una vez descontadas las aportaciones de España a la UE, las ayudas de la UE serán de 5.700 millones solamente (ver los dos cuadros a continuación pertenecientes a los presupuestos generales del estado) y llegarán a partir de 2022 sujetas a duras imposiciones de recortes en el gasto público, sobre todo en lo que se refiere a las pensiones públicas, bajo el marco de lo que se ha llamado Next Generation EU.

Además, estas cifras solo reflejan el mejor de los escenarios posibles dentro de la UE, ya que en la reunión del Banco Central Europeo del próximo 10 diciembre es muy probable que se decida dejar de comprar bonos españoles y supeditar toda transferencia de ayudas a préstamos sujetos a imposiciones de deuda, con lo cual la insignificante ayuda de 5.775 millones de euros procedentes de la UE puede quedarse en nada. Esta vergonzosa humillación de España contrasta con las medidas tomadas por los gobiernos de Centroeuropa, sobre todo en Alemania (ver cuadro a continuación).

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Mientras que en Centroeuropa el gasto de los países para hacer frente a la pandemia se ha disparado, en España el gasto es imperceptible. En Alemania, Angela Merkel ha inyectado ayudas directas por valor de, nada más y nada menos, 500 mil millones de euros para rescatar la economía alemana. Así Merkel ha convertido a la pandemia en una oportunidad imperialista de la que las empresas alemanas saldrán reforzadas frente a las languidecientes empresas del sur de Europa. ¿Alguien en su sano juicio cree que a cambio se le ha exigido a Alemania hacer reformas estructurales y recortes de gasto? No me hagan reír. Ese tipo de imposiciones solo se le hacen al sur de Europa. Alemania hace lo que quiere, cuando quiere, y por supuesto nadie le pide explicaciones, ya que ese dinero proviene de sus superávits comerciales. La dinámica es simple. La UE ha desmantelado los sectores industriales del sur de Europa, luego ha limitado su capacidad de gasto y por último ha obligado a que el sur compre los productos del norte. Los intereses del sur son irrelevantes, solo Alemania cuenta. Es la dinámica que se establece entre las colonias y las potencias coloniales.

Si no fuéramos una colonia, haríamos uso de la soberanía monetaria de nuestro banco central para paliar los efectos de la COVID 19. Esto incluiría un plan de empleo garantizado para nuestro niño de 13 años cuando se incorporara al mercado de trabajo y en estos momentos significaría que todo el personal sanitario de España estaría empleado en combatir la pandemia. A su vez, podríamos reforzar las infraestructuras hospitalarias y la protección de las personas más vulnerables al virus. Nada de esto puede pasar dentro de la UE y del euro. Efectivamente, la UE ha suspendido sus reglas de gasto. Sin embargo, el gobierno ha propuesto a las comunidades autónomas que no superen un déficit del 2,2%. La cifra, nuevamente, es ridícula e insuficiente, todo el mundo lo sabe, pero el miedo a incurrir en déficits es tan grande que nadie se atreve a pedir más, ya que una vez superada la crisis la UE volverá a imponer los límites de gasto y de déficit que vendrán acompañados de nuevos recortes sociales. El gobierno calla y traga vergonzosamente.

En definitiva, ¿cuál es la gran mentira que los adultos le cuentan a nuestro niño de 13 años para justificar su situación? La mentira que dice que sin la Unión Europea estaríamos peor.

Euro delendus est

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