Precariedad Laboral. Violencia Económica

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Pilar García Correas, Licenciada en Historia. Agente para la Igualdad y Formadora.

Nadie duda que la Igualdad de Oportunidades entre todos los seres humanos, mujeres y hombres como la base de la pirámide social, es una obligación de las Instituciones.

Hace décadas Organismos Internacionales vienen instando a los Estados que pongan en marcha todas las medidas para avanzar hacia la igualdad real. La violencia de género está teniendo a escala mundial y también en nuestro país, un despunte preocupante. Tanto es así que se entendió, por primera vez en España, necesario un Pacto de Estado que se firma en 2017, donde explícitamente se dice: “La violencia de género es la manifestación más cruel e inhumana de la secular desigualdad existente entre mujeres y hombres que se ha producido a lo largo de toda la historia, en todos los países y culturas con independencia del nivel social, cultural o económico de las personas que la ejercen y la padecen”.

Conocemos perfectamente cómo es la situación de muchas de estas mujeres con una enorme dependencia emocional y de falta de salidas económicas, con trabajos que en muchos casos les hace muy difícil una vida independiente para poder cambiar sus destinos. Siendo, además, terrible la pérdida del enorme potencial de estas mujeres para el desarrollo de sus comunidades.

Otra realidad es la del personal que trabaja precisamente de forma profesional y especializada para ayudarlas en su arduo camino de salida del infierno. Este mismo personal se encuentra en situaciones que viven una pobreza enmascarada con sueldos y trabajos precarios, estacionales, parciales, con muy poca flexibilidad, que después tendrán una muy baja cobertura social. 

Desde este Pacto se implementan numerosas subvenciones para planes contra la violencia de género. Pero ¿cómo se distribuyen y para qué? Hasta el momento se están dando subvenciones con grandes trabas burocráticas que se limitan a contratos estacionales, a tiempo parcial, bolsas de trabajo, acciones puntuales para orientación, sensibilización etc. para el que también contratan a personal “para obra o servicio de planes” que para nada preferencian crear Unidades técnicas preparadas para una asistencia indefinida. El personal va cambiando nunca así en otras oficinas de mayor consideración técnica “práctica” y que suelen estar ocupadas en su mayoría por personal masculino. ¿Qué puede haber más práctico que la vida, la integridad y la dignidad de las personas?

Llevo trabajando esta disciplina, décadas y estamos a niveles de la Conferencia Mundial de Beijing de 1995, que este año vamos a celebrar su 30 aniversario: ¡¡POCO AVANCE!!

A la Igualdad, a la lucha contra las violencias que sufren las mujeres solo por ser Mujer se les ponen esparadrapos, vendas y palabras.

Está claro que no solo las mujeres víctimas de violencia de género somos de segunda porque el reflejo es que el personal que debemos atenderlas, asistirlas en su camino de desenredar sus ovillos mentales, emocionales y físicos, estamos tan enredadas como ellas en un sentimiento de precariedad, de suelo movedizo, de falta de confianza sobre las instituciones porque son oficinas técnicas que van y vienen, que en el fondo demuestran una falta de solvencia técnica y financiera para resolver esta problemática no solo político, sino de Pacto de Estado, donde profesionales cualificadas demuestren más allá de toda duda  lo que dijo la Comisionada de Asia-Pacífico, Shanti Dairiam: “Ni las políticas internacionales, ni estatales son utilizadas en su potencial máximo”:  “los fundamentalismos de todo tipo que menoscaban nuestras fortalezas y los cambios de estrategias políticas pueden hacer que los derechos de las mujeres estén sujetos a ideologías cambiantes y a procesos políticos y socio-económicos pendulares, por lo que se necesita desarrollar un núcleo de normas y pautas universales para los derechos de la mujer. La base del establecimiento de una norma o conjunto de ellas que vincule de esta forma lo global con lo nacional y viceversa”.

Es claro, es la única manera que no caigamos una y otra vez en política “sin pilares” que, como el propio Pacto de Estado especifica en su enorme dimensión. Sin embargo,  parchean problemas de enorme raigambre social e histórica mientras que las soluciones son puntuales, sin raíz, y en el fondo una falta de solvencia  no sé si inconsciente, pero totalmente real. Junto a  voces mesiánicas de corte gremial, que nos quieren hacen retroceder décadas de trabajo en positivo. Todo este conjunto nos quita credibilidad incluso en nuestros propios puestos de trabajo,  pero lo que es peor hace de nuestra ingente labor tener resultados  mucho más inestables, menos precisos, menos constantes y lo que es peor mucho menos eficaces.

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