Las Corporaciones transnacionales como actores dominantes

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“La esperanza está latente en las contradicciones'»
Bertolt Brecht

Las Corporaciones transnacionales (CTN) pueden ser entendidas como aquel conjunto de empresas matrices centralizadas que bajo una administración unificada a nivel mundial, tienen intereses y actúan en una pluralidad de países, ajustándose a las condiciones económicas, sociales y legales de cada Estado que las alberga con el fin de conseguir la maximización de sus beneficios y la mejor defensa de sus intereses a escala mundial.

Las CTN juegan un  rol dominante en los procesos internacionales, EE.UU, Japón y la UE nuclean al 90 %. El estudio de la naturaleza y desarrollo de las Corporaciones resignifica su papel protagonista en el capital contemporáneo y su papel dominante en el sistema de libre mercado.

A partir de la crisis de 2008, emerge una nueva cabeza de hidra en un nuevo régimen económico definido por una concentración y centralización sin precedentes en manos de las «Tres Grandes» firmas de gestión de activos (BlackRock, Vanguard, State Street, las llamadas Big Three). Poseían alrededor del 13,5% de todas las empresas del S&P 500 en 2008, porcentaje que ha aumentado hasta el 22% en la actualidad.

Las tres corporaciones se encuentran en el centro de una gran galaxia de siglas, en la que aparecen otros fondos mutuos importantes y entidades financieras, las Sociedades holding bancarias (BHC) como Fidelity, T-Rowe, Goldman Sachs, JPMorgan y Morgan Stanley. Las masas financieras administradas por ellos actúan como si estuvieran dentro de un sistema gravitacional, causando atracciones y repulsiones en toda la constelación de los bancos y seguros. Gracias a las posiciones estratégicas de los diversos accionistas, formadas por sus imponentes inversiones, Los Tres Grandes pueden «condicionar» la dirección de cada área de actividad donde invierten activos.

Como indican Foster y McChesney:  “…ésta es una crisis sin fin, porque fluye inexorablemente del funcionamiento de lo que llamamos el capitalismo monopolista-financiero. El estado normal de la economía capitalista madura dominada por un puñado de corporaciones gigantes monopolistas es el estancamiento”  

Desde la posguerra hasta los años ochenta el aumento de la inversión extranjera directa (IED) estaba ligada a las actividades de las empresas transnacionales (ETN) y desde allí en adelante se sumarán las instituciones financieras para configurar el auge de las corporaciones y holdings en casi todos los sectores. Su expansión también requería recurrir al financiamiento externo de los mercados de capitales intensificando el auge de las bolsas de valores junto con la financiarización[1].

A comienzos del siglo XX el capital aumentaba su concentración y la formación de los grandes Cárteles o Trust eran la norma de los países más avanzados. Tras el avance del Capital Monopolista en la segunda posguerra se intenta teorizar el lugar de las clases capitalistas desde la sociología norteamericana, sobresale el trabajo de Wright MillsLa élite del poder”(1956), proponía explicar las interconexiones entre los “altos círculos” económicos, políticos militares en EEUU y los mecanismos que permiten reproducir el poder que circula entre ellos. 

Neil Fligstein en “The transformation of Corporate Control” (1990) analizó el poder corporativo a partir de los cambios organizacionales inducidos por las leyes antitrust en Estados Unidos, que habilitaron el pasaje de una concepción del control “manufacturera a una “financiera”. Incorporó una perspectiva explícitamente institucional que  arrojó luz en particular sobre el ascenso de los grandes conglomerados a fines de la década de 1960 y la correspondiente perspectiva de corto plazo impulsada por las finanzas de los altos directivos que se ha asociado con la disminución de la competitividad de EEUU

Autores como Leslie  Sklair en “The Transnational Capitalist Class» (1993) destaca la emergencia de las corporaciones y del discurso corporativo como el elemento propio de la etapa de la globalización, define la corporación transnacional como “la forma institucional característica de las prácticas económicas transnacionales”, explica cómo la clase capitalista transnacional (CCT) ha transformado el capitalismo en un proyecto globalizado. Identifica a sus miembros e instituciones a través de las cuales ejercen sus poderes, y también introduce el concepto de CCT localizado en una teoría que explica cómo trabaja el sistema capitalista global en 3 esferas: la económica, la política y la cultural-ideológica.

A)Esfera económica —Las corporaciones transnacionales (TNCs), como formas institucionales características

B)Esfera política — la clase capitalista transnacional (CCT ) dividida en cuatro fracciones principales:

b1. Ejecutivos de las corporaciones transnacionales y filiales locales (la fracción corporativa).

b2. Políticos y burócratas globales (la fracción de Estado).

b3. Profesionales globales (la fracción técnica).

b4. Medios masivos de comunicación (la fracción del consumismo).

C)Esfera cultural-ideológica reflejada en la cultura del consumismo conducida por las ganancias

La neerlandesa Saskia Sassen (1999) explica cómo cada fase de la historia económica plantea la cuestión acerca de las condiciones particulares que la han hecho posible. Continuamente acontecen procesos económicos transnacionales: flujo de capitales, de mano de obra, de mercancías, de materias primas.

Uno de los rasgos principales de nuestra época es el rápido desarrollo de las tecnologías de la información, a la vez que el incremento de la movilidad y de la liquidez del capital. Los servicios cobran especial importancia desde los años ochenta ya que la complejidad de las organizaciones capitalistas con su mayor tamaño, acrecentamiento de funciones y dispersión geográfica acrecentaron la necesidad de insumos altamente especializados como asesoría legal internacional, consultoría gerencial, servicios contables, publicidad, que antes se producían frecuentemente en el interior de las propias firmas. Estas demandas más sofisticadas llevaron al surgimiento de un mercado autónomo de firmas de servicios empresarios, grandes usuarias de las nuevas tecnologías de la información.

En los años 2000 se fue consolidando un segmento de punta en la industria y los servicios, donde opera la digitalización industrial (“manufactura avanzada”), donde actúan empresas que lideran la producción y el uso intensivo de las tecnologías digitales asociadas a la automatización, las plataformas digitales, la Internet de la cosas, la analítica de datos y la inteligencia artificial. La manufactura a ser estratégica, pero en combinación con el avance digital basado en plataformas, robots e inteligencia artificial, permite converger a la industria pesada con los servicios digitales.

Planteos para repensar los cambios en la gobernanza política de la acumulación capitalista, las formas de la competencia capitalista tiene rasgos diferenciados según se trate de la posición del Estado, los sectores industriales, los servicios y las finanzas. Siguiendo el enfoque de Pablo Míguez (2023) en “Rentismo, clases y élites en el capitalismo contemporáneo (2023)

A) El Estado como garante de la renta

Ante la inexistencia de un “Estado mundial o global” para los cambios en la gobernanza política de la acumulación capitalista, la internacionalización de las clases supone necesariamente un cambio en la forma Estado como garante de la renta. Ya no sería un sistema internacional de Estados dominado por los estados de las potencias imperialistas y las clases y fracciones de clase dominante que se desarrollan en su seno, sino un nuevo sistema jurídico-político del capital que supone también articulaciones nuevas de clases. Concentra a las clases subalternas con la idea de Multitud, sujeto colectivo que se opone al Imperio, y que supondría un concepto renovado de “clase”. Se reconfiguran las relaciones de clase, y las relaciones entre los estados a nivel mundial.

B) Rentas en el sector industrial y de servicios

La dinámica de la industria se complejizó aceleradamente desde los años setenta a partir de la fragmentación global de la producción asociada al declive del capitalismo industrial de tipo fordista. El ascenso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la planificación global de las grandes empresas transnacionales y la conformación de cadenas globales de valor impusieron modificaciones a las formas de la competencia capitalista, crearon nuevas articulaciones productivas y aumentaron la concentración y el rentismo de la industria a nivel global.

Pero el desarrollo de las Tecnología de la información y comunicación también introdujo cambios sustantivos en la propia lógica industrial. La ganancia industrial basada en la búsqueda de economías de tiempo y rendimientos a escala dió paso a una lógica basada en la innovación y el cambio tecnológico, que se sustenta en la valorización del conocimiento, y que para algunos autores supone un pasaje hacia un llamado “capitalismo cognitivo”. El capital industrial, especialmente los sectores intensivos en conocimiento, procuran obtener rentas tecnológicas de la innovación para lo cual debe tener garantizada la protección de los derechos de propiedad intelectual que aseguran la protección del conocimiento patentado y llevado exitosamente a la producción.

Los requerimientos para el despliegue del capital industrial en el mundo no se refiere solo a la protección de la inversión extranjera directa (IED) sino también a acuerdos sobre patentes y propiedad intelectual que permitan la apropiación de las rentas de innovación asociadas a ellas. El reconocimiento de la importancia de estos derechos se consagra a nivel global en la Ronda Uruguay del acuerdo del GATT (General Agreement of Trade and Tariffs) de 1994, que da origen a la OMC, donde los países en desarrollo (que no mostraban mayores compromisos con ellos hasta ese momento) se comprometen a la adopción futura de legislación interna para la protección de este tipo de derechos.

Los grupos empresariales, lejos de ser el objeto pasivo de manipulación de los gobiernos, se constituyeron en agentes activos que tomaron la iniciativa, dieron forma y presionaron para la inclusión de la protección de los derechos de propiedad intelectual en la negociación de ADPICS (Acuerdo Relativo a los Aspectos Comerciales de la Propiedad Intelectual en la Ronda de Uruguay, un grupo de 12 CEO de empresas multinacionales con base en los Estados Unidos con

mentalidades similares, que representaban un amplio espectro de intereses estadounidenses en sectores relacionados con la propiedad intelectual, tales como las industrias química, informática, de entretenimiento, farmacéutica y de software,  tuvieron éxito en ampliar sus intereses privados en derecho internacional público.

El avance de la globalización desde los años noventa favoreció el avance del capital industrial más concentrado, que habiendo iniciado la fragmentación global de su producción fue adoptando hacia los años noventa la forma de las cadenas globales de valor.

La formas de la subcontratación a lo largo de las cadenas suelen tener una lógica sectorial (automotriz, electrónica, farmacéutica, textil, etc.), trans-sectorial (atravesando la industria, los servicios pero también la actividad primaria) y adquiere también características funcionales (de la logística, de las actividades de venta minorista).

Sin patrón universal, se observan estrategias de subcontratación laboral diferenciadas en “cascada” desde el vértice hasta la base, donde la precarización y flexibilización del trabajo es el dato dominante. Los procesos de fragmentación global de la producción permiten combinar estrategias tayloristas del proceso de trabajo con las propias de la valorización del conocimiento (General intellect de Marx), que requieren la protección de los bienes intangibles como marcas, patentes, etc. para garantizar la apropiación de las rentas derivadas de la innovación.

C) Rentas en el sector financiero

La hipertrofia tumoral de la dinámica financiera que deriva de la acumulación capitalista dará lugar a la financiarización. Así como no existe capitalismo sin crédito y las instituciones bancarias y financieras venían expandiéndose desde finales del siglo XIX hasta la crisis del 30, que estalla como crisis bursátil. Esta crisis introduce un impasse a la expansión sin límite de las finanzas, y encuentra en el capitalismo de corte keynesiano cierta freno de sus dinámicas, con tasas de interés bajas y controladas para favorecer la inversión productiva, esta expansión del capital permitió la consolidación de la empresa fordista transnacional con sede en EEUU y Europa. En 1999 la Ley Gramm-Leach-Billey (Financial Services Modernization Act) permite a los bancos comerciales ofrecer también productos financieros en un mercado que desde la ley Glass- Steagall de 1933 establecía una clara separación entre la banca comercial y la banca de inversión.

El nuevo auge de las rentas no supone un retorno a situaciones precapitalistas sino el rasgo propio de un capitalismo que toma elementos de lo común y los valoriza de manera privada. Esa apropiación privada del General Inttellect supone la captura de rentas de innovación, rentas financieras, rentas inmobiliarias, en fin, rentas de todo tipo, como base de los comportamientos del capital financiero, industrial o agrario, que desplegándose de manera global con muy pocas restricciones termina reconfigurando las relaciones de clase y las relaciones entre los estados, y las clases en todo el mundo.


[1] etapa del sistema capitalista en la que las ganancias se persiguen vía canales financieros, y no, a través de los relacionados con la producción y distribución

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