Réplica a Carlos García y su Teoría Monetaria Moderna

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Por Iracundo Isidoro

En nuestro podcast Reflexiones Iracundas recientemente hicimos junto a Mario del Rosal un programa sobre la llamada Teoría Monetaria Moderna (TMM). En respuesta al mismo, además de algunos comentarios de perfiles anónimos recitando los puntos dogmáticos de esta teoría, el señor Carlos García Hernández ha tenido a bien realizar un intento de réplica desde las líneas de Diario El Común.

El intento de Carlos García es tan entusiasta como poco sorprendente. No sólo por las letanías dogmáticas y clichés que ya avanzábamos en el programa junto a Mario del Rosal sino porque Carlos es uno de los perfiles más “rojos” del sospechoso conglomerado de la Red MMT en España. Es oportuno por lo tanto que sea Carlos y no algún otro perfil más bien tirando a azul o rosa palo quien responda a Reflexiones Iracundas.

Sea como fuere, la respuesta de Carlos García o la de cualquier otro militante de la TMM sería la misma: enfocar su planteamiento como un conocimiento superior, poco menos que revelado y, sobre todo, “moderno”. Es tal el entusiasmo “futurista” de Carlos García que incurre en el exceso de considerar neoliberal a Karl Marx. Y es que el señor García en su texto directamente acusa a Mario del Rosal de defender el dinero como unidad general equivalente “igual que el neoliberalismo”. Igual que Marx. También acusa al profesor marxista Mario del Rosal de defender la Ley de Say. Esto, dirigido a un marxista como Del Rosal, no es más que una mera provocación y buena prueba de la falta de escrúpulos del señor García.

Para defensa de la tesis TMM, Carlos García llama en su ayuda al finado David Graeber, un autor anarquista. La postura de Graeber es negar la idea intuitiva del dinero, defendida desde los autores clásicos: el dinero no tendría su origen en una mejora respecto al trueque de bienes sino en la actividad del Estado. La idea de base de Graeber vendría a ser que no existen evidencias sobre una economía de trueque entre individuos. Pero la idea de que el dinero sería una superación del trueque no se puede rechazar por la “ausencia de evidencias antropológicas”. Igualmente resulta deshonesto señalar como idiotas o románticos a los defensores de esta tesis, planteando que sostendrían que el tránsito del trueque al comercio mediante dinero fue algo súbito y no evolutivo (como el propio advenimiento de los Estados, por cierto). Como buen anarquista, para Graeber el dinero sería un mal infligido por el Estado a los individuos libres con el solo objeto de controlarlos. Graeber es anarquista, insistimos, y esto no puede pasarse por alto.

Mientras Carlos García afirma campanudo que la idea del dinero como unidad equivalente de intercambio no tiene base científica no tiene problema en afirmar, como todos los sectarios de la TMM, que los impuestos no pagan o financian nada. Algo que está contradicho por el funcionamiento observable de todos los estados del mundo: incluidos, por cierto, los Estados Unidos de América. La TMM nos exige creer que “financiar el gasto público con impuestos es imposible”. Porque los Estados no parecen estar muy de acuerdo y buscan desde el origen de la historia conocida levantar impuestos para financiar proyectos o guerras. De hecho, la polémica en torno a los impuestos y el nivel de los mismos estuvo desde siempre en el epicentro de los grandes terremotos políticos que condujeron, por ejemplo, a cosas como la revolución francesa. Una revolución que la TMM no podría explicar pero que sin duda Carlos García reivindicaría como afín a la TMM. ¿Por qué no? Ahí están los assignats: un experimiento monetario de la Convención francesa revolucionaria que distó mucho del éxito y que tenía por objeto financiar al estado revolucionario.

La TMM es una racionalización de la excepcionalidad norteamericana. Una economía imperial que se puede permitir incurrir en grandísimos déficits en tanto su poder imperial le permite respaldar el valor de su moneda presumiblemente sin límites. Como decíamos en nuestro programa, prescribir este patrón monetario a Zambia o España es como cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid Ayuso invita al resto de Comunidades Autónomas de España a convertirse en la capital del reino y hacer dumping fiscal. Como si todas las comunidades de España pudiesen ser al tiempo la capital, como si todos los estados del mundo pudiesen ser los Estados Unidos de América.

La idea fundamental de la TMM es que todos somos idiotas menos ellos. Desde la Antigüedad hasta el mundo actual todos se han guiado por principios erróneos. Y esto es precisamente el mal que aspiraba a denunciar, sobre todo, nuestro programa de Reflexiones Iracundas: la noción profundamente reaccionaria de considerar que los males del capitalismo tienen su fundamento en un error técnico o una interpretación “ignorante” de lo que es el dinero. Responderá el señor García que para él la TMM es sólo una parte de su pensamiento y que en todo lo demás es Lenin reencarnado. Pero el pensamiento político no puede consistir en convenientes remiendos de esto y aquello, por más conveniente que a uno le resulte. Importa la coherencia y, sobre todo, el sentido común. Un sentido común que llama a desconfiar de quienes, como los partidarios de la TMM, dicen que los impuestos, en el actual orden económico, carecen de sentido o, en palabras de Carlos García, “endiabladamente complicado(s)”. Máxime si uno de los popes de la TMM, el señor Mosler, vive en un paraíso fiscal. Sobre esto, el señor García, basándose en un lapsus de Mario del Rosal en nuestro podcast, dice:

“Mosler no vive en las Islas Vírgenes Británicas, sino en las Islas Vírgenes Norteamericanas, es decir, en un territorio de su propio país.”

Pero resulta que las Islas Vírgenes de EEUU son, igualmente, un paraíso fiscal o al menos así lo consideran la Unión Europea y el estado español. ¿Deshonestidad o ignorancia? Yo digo que remiendos y más remiendos.

Y siguiendo con los remiendos llegamos a la tesis que llevó al estrellato a la TMM en los años del desempleo salvaje: el Trabajo Garantizado. Por supuesto para el señor García esta propuesta sería revolucionaria en tanto supondría algo así como abolir el desempleo y por tanto poner los cimientos del fin del capitalismo. Algo que supone tanto como decir que “de la noche a la mañana” podríamos convertir el capitalismo en socialismo mediante un decreto. Y esto, de nuevo, entronca con la crítica fundamental a la engañifa de la TMM: vende un proyecto socialista sin revolución y sin expropiación. Y esto sólo puede ser mentira. Una mentira tan conveniente como las que patrocina el Estado liberal desde sus comienzos. Ideas como que una igualdad ante la ley traería el fin del sometimiento de unos hombres a otros o, en otro plano, que la educación universal traería una “igualdad de oportunidades”. La noción de que el “trabajo garantizado” derrumbaría el capitalismo es proclamar que con dicho programa el Cayetano que trabaja de directivo en una corporación capitalista se vería igualado al pobre diablo al que Carlos García y sus colegas pondrían un peto reflectante para limpiar cunetas a cambio de un salario de hambre “garantizado”.

Termina su pieza Carlos García afirmando que defiende lo mismo que Lenin. Marx no le valía, como vimos, pero sí se señala como heredero de Lenin. Y sugiere que para un revolucionario como Lenin sería suficiente para hacer caer el capitalismo el apropiarse del Banco Central o cosa parecida. Llegados a este punto ya no sé si Carlos García habla en serio o se trata de alguna broma. Lenin tendría muy poca piedad con el trampantojo que el señor García pretende vestir en su caótica réplica. Difícilmente podría ser Lenin remendado junto con la TMM. En realidad, lo que propone el señor García no es sino una variante “monetarista” del economicismo que Lenin denunció en “¿Qué hacer?”, su escrito de 1902. Los economicistas de la TMM están en la negación de la dimensión puramente política del problema revolucionario. O más exactamente: están en contra de la noción misma de revolución.

¿Por qué no defienden la TMM o Carlos García la revolución? Porque ellos han racionalizado el orden establecido del imperialismo norteamericano y al haberlo naturalizado no pueden ser sino sus servidores. El único resultado posible de las ideas TMM es la desmovilización política de la izquierda y, en el marco de una democracia burguesa y capitalista, la reducción de impuestos a los más ricos. Eso es todo.

Termino invitándole al señor García a que tenga un mayor respeto hacia personas como Mario del Rosal. Una persona que se dedica al estudio de Marx y al que no se puede despachar con las torpes falacias y descalificativos de su pieza. Pieza desgraciadamente dirigida, me temo, al control de daños de Red MMT, que ve amenazado su influjo sobre “su” caladero de incautos que es la izquierda desorientada. Izquierda a la que desde Reflexiones Iracundas hemos querido lanzar una advertencia clara: la Teoría Monetaria Moderna es desmovilizadora, reaccionaria y oportunista.

1 COMENTARIO

  1. Saludos… personas como yo, os leemos, lo malo de estos textos no son los postulados que se cuelan aquí y allí sin mucho contexto (no puedes leer todo lo que te gustaría así que suponed lagunas dialécticas en las y los lectores que, repito, no tenemos tiempo a profundizar).

    No he podido leer el artículo del otro día de Carlos, no sé en qué términos ha sido escrito, si es en los mismos que este… pues me quedaré igual o peor. Este intentar tener la razón al final hace que la razón se escape en los resultados electorales y sean favorables a los de siempre.

    Aunque le veamos algún problema a todas las teorías, lo que me gustaría es que alguien, no importa quién, diga cómo vamos a hacer esa revolución, quién va a estar, cuándo y a cuánta gente se va a conseguir convencer para montarla.

    Una cosa os digo, no va a ser… no va a ser. Así que en ausencia de revolucionarias y revolucionarios de una revolución marxista, feminista, leninista etc… algo algo habrá que ir haciendo que consiga poner unos buenos cimientos a sea revolución pacífica, sea de las que arrasan con todo, sea cómo sea que acabe con este sistema social corrupto y desquiciado.

    Esperando esas propuestas…

    Aquí una aldeana que está hasta las narices, también de las películas que nos montamos para no llegar a nada.

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