Recortes y más recortes

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En números aritméticos la cantidad que se presupuestó en Sanidad para 2023, fue de 7.049 millones de euros para 2023, un 29,72% más que en el 22; y, sinceramente no sé si es una dotación amplia, suficiente, insuficiente o inadecuada pero no puedo dejar de pensar en que la Sanidad está deshumanizada y quisiera ilustrarlo con unos ejemplos.

En Andalucía, desde el Hospital Virgen del Rocío nos llega una frase por una parte llena de ternura mal entendida, y por la otra de horror: “Si un abuelito quiere una manzana en vez de un yogur, no se le puede cambiar porque no tenemos la dotación suficiente”.

He tenido que leer dos veces estas palabras para poder digerirlas.

Estamos hablando de una sanidad que no puede facilitar una mejor vida a sus pacientes, de unos servicios de salud que no pueden “mimar” en un mínimo a personas que han cotizado toda la vida, pagado toda su vida laboral y que, a la hora de estar enfermos, no pueden permitirse un bollo del día.


En Catalunya, se ha sabido estos días pasados que el hospital Vall d´Hebron en Barcelona, cierra trescientas camas los próximos tres meses, en el Hospital Germans Tries i Pujol de Badalona, Ca´n Ruti, se ha cerrado media planta de Pediatría y camas de diversas ucis, y los centros de atención primaria públicos catalanes, un 80% del total, se verán afectados por las reducciones, aunque cada ambulatorio deberá gestionar sus recursos y en función de ellos planificar el verano.
Y un tercer ejemplo, en Catalunya también, es que en el pueblo de Caldes d´Estrac, en el Maresme a unos 30 kilómetros de Barcelona, del que ya hablamos en mayo de 2022, se ha “reinaugurado” el Centro de Atención primaria después de cuatro años de su carencia que suponía viajar al pueblo vecino para poder recibir atención médica.

Tres ejemplos gráficos que denotan, aparte de la deshumanización del mundo sanitario, tienen un nombre y un denominador común: los recortes.
Los argumentos que sustentan los recortes son injustificables. Si bien, según ciertos economistas benefician la eficiencia de la red de salud, se ignora que estos recortes incrementan la desigualdad en la distribución del poder institucional en el sistema sanitario. No hay evidencias de que los recortes mejoren la eficiencia de dicho sistema, sino todo lo contrario, pone de manifiesto las ineficiencias y la polarización por clases sociales de la sanidad.

Por tanto, a los que no entendemos las sutilezas de ciertos postulados económicos, nos parece que por parte de los poderes públicos debería plantearse una solución definitiva para que, por lo menos, las personas enfermas reciban un tratamiento adecuado, y un trato personal merecido después de todos los avatares vividos y los impuestos pagados.

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