Las perversiones de la democracia en España

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Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista de España

Ante las próximas elecciones europeas sería bueno que los partidos políticos, los responsables de las instituciones públicas y los medios de comunicación al menos, explicaran al obediente y pacífico votante algunos de los misterios que esconde el ejercicio de ese derecho fundamental para que un país pueda ser calificado de democrático.

Ya he comentado en algún artículo anterior los requisitos, imposiciones y prohibiciones que rigen en las leyes electorales españolas para que una formación política pueda postularse para competir en la arena electoral con otros partidos políticos, que hacen imposible ejercer el derecho de voto pasivo para muchas formaciones pequeñas que no tienen medios económicos ni influencia en las instituciones.

Hoy, ante la lista de las candidaturas que han sido proclamadas en el BOE, se me plantean muchas preguntas para las que no encuentro respuestas. He contado 34 formaciones políticas que se auto situan a la izquierda del PSOE, como frontera de referencia de la izquierda institucional.

Además de aquellas agrupaciones de electores locales, regionales y provinciales que, dado el olvido y la indiferencia con que los gobiernos -central, regional y municipal- tienen a sus ciudadanos y ciudadanas, se comprende que intenten salir de la absoluta oscuridad y abandono en que los tienen los políticos que mandan, además de los veteranos como Recortes Cero, que no pierde el ánimo después de décadas de competir en elecciones, y cuyo único propósito es cambiar el reparto de la riqueza, Ciudadanos que está sobreviviendo con respiración asistida, y de PACMA a la que agradezco su preocupación por los animales, pero lamento que no la sienta por las mujeres,  nos encontramos con una sucesión de nombres que por sí mismos constituyen un retrato naturalista de la sociedad española de hoy.  

El de “Voto Blanco”, que ya tiene recorrido, no he conseguido comprender qué finalidad persigue conseguir que una parte del hemiciclo parlamentario mantenga los escaños vacíos. Si los votos en blanco no cuentan, ¿qué beneficio obtendrá la ciudadanía de contemplar en la pantalla de televisión esos asientos sin diputados?

Otra formación que se hace llamar VOLT, y no he descubierto por qué,  que se muestra fielmente europeísta y dispuesta a que todos paguemos la ayuda militar, estratégica y armamentística de Ucrania, en una guerra que se vislumbra interminable. Son los lacayos del complejo militar industrial que está obteniendo pingües beneficios de esa perversa guerra.

La degradación paulatina, y rápida a la vez, que la izquierda ha sufrido, se puede comprobar en los nombres de las formaciones que se han ido sucediendo en los últimos años. Desde la aparición de “Ciudadanos”, que no sé qué mensaje pretende transmitir con un sustantivo hoy tan inocuo, “Podemos”, pobre copia de la consigna de Clinton -y ¡ay! que ni siquiera se entere esta izquierda tan radical de lo lacaya que es del imperialismo norteamericano- , se han sucedido “Ganemos”, “Leganemos”, sin que se sepa que es lo que quieren ganar. ¿Qué significa, “Más Madrid”?. ¿Más calles, más viviendas, más tráfico, más vehículos, más impuestos, más violencia, más orden, más represión, más libertad…?

Estamos en una época en que vez de demostrar orgullosamente la ideología que se defiende, se oculta, se enmascara, utilizando una nomenclatura insípida y sin contenido político. Se trata de que no se asuste el posible electorado. Ninguno de ellos ni siquiera se han permitido añadir el adjetivo socialista, hoy ya tan asumido y gastado que no puede alarmar como a mediados del siglo XIX. “Sumar” -que no hace más que restar- sin que se sepa qué y a quienes quieren sumar, ni para qué.

Esta radiografía de la lista de organizaciones políticas que se sitúan en la izquierda pero sin escandalizar al votante,   destaca dos aspectos del maremágnum de partidos que se presentan. El primero es la imprecisión de sus nombres que no pueden guiar al electorado a identificarlos. Y tal debe ser el propósito de quienes los constituyen con nombres que imposibilitan conocer sus propósitos, a fin de que cada cual saque las conclusiones que les parezcan atractivas. Con el resultado, ya conocido, de que en unos meses los afiliados y los votantes se han desilusionado, y se ha hundido su suelo electoral.

A la estrategia de los que forman semejantes organizaciones, propia de la derecha, de no facilitar al público la definición de sus propósitos, se suman las exigencias procedimentales pensadas por los autores de las leyes electorales, precisamente para que llevar a cabo todos los trámites previstos  se convierta en enredados impedimentos que impidan participar en la arena electoral, excepto a “algunos”, a los que de forma absolutamente arbitraria se les permite.  

 ”Se acabó la fiesta” , de Alvise Pérez, puede obtener tres o cuatro parlamentarios en Europa, como predicen las encuestas, superando a Ciudadanos y a Podemos porque es una agrupación de electores donde se encuentran los entusiastas de la represión fascista y la xenofobia, a los que VOX ha desilusionado por blando e institucional.

 Me queda por desvelar el secreto de que formaciones recién improvisadas, sin curriculum ni programa hayan llegado a ser proclamadas, no solo en esta convocatoria sino también en la anterior. Menciono “Actúa”, “Andalucía Sí”, “Compromís por Europa”, “Pirates de Catalunya”,  cuyos nombres no tienen ningún contenido político. “Actúa” puede servir para cualquier ideología: falangista, comunista, liberal, ecologista, feminista, etc. Al fin y al cabo para lograr cualquier propósito hay que actuar. Y Piratas, que repite candidatura, me deja totalmente desconcertada. Si no fuera que aparece en el BOE creería que era un juego de niños.

¿Es realmente un juego de niños que divierte a los adultos, esta interminable lista de partidos y formaciones políticas en las que sus militantes invierten dinero, tiempo, trabajo, para lograr aparecer publicadas en el Boletín Oficial del Estado? ¿O es una estrategia maquiavélica para restar votos a partidos que molestan a las cúpulas del poder? Unas leyes electorales pensadas por los gabinetes de las grandes fundaciones capitalistas, los expertos en comunicación, los indicadores estadísticos, bajo las directrices de los Departamentos de Estado.

Lo más sospechoso, es que las Juntas electorales hayan admitido a semejantes formaciones, de las que es conocida la falta de recursos económicos y de militantes,  hasta proclamar sus candidaturas, mientras se nos ha negado al Partido Feminista de España y a alguna otra formación y coalición bastante más sensata y más útil política y socialmente hablando. Nos ha sido imposible reunir los avales de cargos electos para la candidatura porque, según nos han explicado militantes de varios partidos, sus dirigentes  se lo han prohibido

Sean cuales sean los ideólogos y organizadores de tan complejo y perverso sistema electoral, es evidente que han  logrado el objetivo del sistema capitalista: fingir que existe una democracia real y eficaz en el sistema, que permite y protege la participación popular en la elección de sus gobernantes,  con la que engañan no solo a las masas, tan crédulas, sino, lo más sorprendente, a los que trabajan arduamente en la política, autodenominándose de izquierda.  

De cómo ha sido posible que en medio siglo haya desaparecido aquella verdadera izquierda, que luchó dos siglos por transformar el mundo según la petición de Marx, y estemos hundidos en el pantano de la posmodernidad y la realidad “woke”, me ocuparé en los próximos artículos.

Madrid, 3 junio 2024.   

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