Catalunya y sus resultados electorales

0


Hace casi dos semanas hemos asistido en Catalunya a la llamada “fiesta de la democracia”. Personalmente pienso que la democracia, la real, debería convivir con nosotros como un pulmón que nos da el aire, y no cada cuatro, o cada mucho menos años cuando son anticipadas, que así ha sido en el caso que nos ocupa.
Cuando hablo de la palabra “democracia” no puedo evitar recordar una frase de la revista “el Papus”, que una ya tiene una edad, que refería “la democracia es el arte de hacer creer al pueblo que es él quien gobierna” y un poco de regusto a esta frase es el que nos queda saliendo del Colegio electoral.

Pero vamos al grano. En Catalunya ha ganado el PSC, la sucursal catalana del PSOE, y en segundo lugar ha quedado el partido de Puigdemont, Junts, unos doce escaños del PP, otros diez de Vox, el resto de ERC, que hasta ahora estuvo gobernando en minoría, con 30 y pocos escaños, y los llamados Comunes y CUP y dos de un partido nuevo en su constitución y demasiado viejo en su concepción, Aliança Catalana que sería una versión independentista de una extrema derecha islamófoba.

Evidentemente sus adeptos afirman con uñas y dientes que no son extrema derecha, pero funcionan igual.
Y ahora es el tiempo del pactómetro.

Este cuento de Caperucita o la Cenicienta en que todos afirman con quien no pactarán, y luego lo hacen. Más bien sería el cuento de la historia interminable en la que desaparece fantasía, y luego se recupera en virtud de sueños. Yo ya me entiendo, y ustedes, seguro que también. Y mientras tanto, volvemos a estar en campaña para las europeas.

El tema de las noticias, que ya sabremos si son fake o no, sobre la corrupción de Begoña, la esposa de Pedro Sánchez, fue una de las premisas que marcó la campaña en Catalunya y de la que el PSOE, y lo que es lo mismo, el PSC ha salido reforzado. A veces, y por suerte, la extrema derecha nos obsequia con maquinitas del fango que se les vuelven en contra, pero esta es otra cuestión.

La participación en las votaciones fue de un 57% por ciento. Particularmente no soy amante de las estadísticas, ni de los porcentajes, pero creo que en vista de las previsiones de abstención que marcaron las redes sociales, no ha sido una participación baja. Dicen que el independentismo “real”, el decepcionado con todo lo que ha venido sucediendo desde el 1 de octubre de 2017, no está representado en el Parlament, pero son cosas que se dicen, y prefiero hablar sobre cosas que se saben con certeza.

Y vuelvo al tiempo del pactómetro: Puigdemont, al frente de Junts, la derecha catalana, afirma con rotundidad que no pactará con el PSC, de hecho, su intención es presentarse a la investidura, si bien los números no le son favorables. Confía en Esquerra Republicana de Catalunya para replegar sus votos, pero visto lo visto, la cuestión no está nada clara. Y lo que no está nada claro es que no pactará con el PSC, dado que también dijo que no investiría a Sánchez, y lo hizo con el trasfondo de la ley de Amnistía que está dando vueltas en el trasiego parlamentario sin satisfacer a los que podríamos llamar “independentistas de abajo” que se sienten represaliados por la persecución judicial a sus ideas.

Tampoco está nada claro que Puigdemont vuelva a Catalunya, dado que es la enésima vez que ha dicho que lo haría y no ha sido así. Y también en la campaña de estas mismas elecciones pasadas dijo que se retiraría de la política si no ganaba las elecciones; y, no obstante, quiere ser investido.
Por otra parte, hay indicios de que pueda repetirse el Tripartit entre PSC, ERC y los Comunes, lo que sería más lógico que los pactos del Ayuntamiento de Barcelona en que gobiernan PSC, Comunes y PP. Cierto es que la política tiene extraños compañeros de cama, y algunos para el insomnio.

Y hablando de insomnio, es tremendamente preocupante el ascenso de la derecha, más preocupante el de la extrema derecha y la bajada de la izquierda que tenemos, pues es la que tenemos. En las redes sociales se percibe demasiado identitarismo, ese nacionalismo exacerbado que conduce a la cerrazón y al odio a lo diferente, y a pesar de que no se puede extrapolar todo su contenido a la totalidad de la sociedad, sí que es indicativo de la realidad, al menos por lo que respecta a la exposición de opiniones.

Vamos a ver, pues, qué hacemos, o mejor qué hacen, con estos resultados deseando que pase lo mejor para la clase obrera, y deseándolo de una forma pesimista porque la mayoría del Parlament es, se llame como se llame, de derechas, y ya sabemos cómo va la cosa.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.