La sacristía de Ferraz

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Iracundo Isidoro, @IracundoIsidoro

El PSOE ha conseguido la investidura de Pedro Sánchez con el acuerdo de la gran mayoría de los partidos con representación en el Congreso de los Diputados. Pese a que la elección del gobierno del Estado español es cosa del Congreso, se trata de la primera ocasión en el Régimen del 78 en que no gobernará el partido más votado en las elecciones. Esto ha permitido a buena parte de la derecha española presentar como “golpe de Estado” el nombramiento de Sánchez.

No es la primera vez que la derecha española afirma que un gobierno electo contrario a sus intereses es fruto de un “golpe de Estado”. Atendiendo a algunos comentaristas reaccionarios o conservadores, de hecho, España estaría bajo un golpe de estado permanente. Esta obsesión con la idea de que no controlar el gobierno la derecha representa en sí mismo un golpe de estado parece, sin embargo, del todo lógica. Y es que fue la derecha reaccionaria quien controló el aparato del estado español durante 40 años bajo el Franquismo. Quienes hoy hablan a todas horas de “golpe de estado” son herederos, sanguíneos incluso, de quienes afirmaban antaño “no nos robarán la victoria”. Y en eso siguen.

Uno de los hechos que a estas alturas pocos pueden disputar es que Pedro Sánchez es un político muy hábil. Lo veamos como caricatura o genio, lo cierto es que Sánchez es capaz de pactar con cualquiera lo que sea. Inmune a las hemerotecas, parece haberse naturalizado que Pedro Sánchez afirme categóricamente una cosa y al poco tiempo afirme lo contrario. Esto convierte a Sánchez en un villano maquiavélico para la derecha pero también en un instrumento muy útil para el poder económico en España. El político adecuado para el momento presente.

Resulta obvio para muchos de nosotros que la socialdemocracia o la izquierda posmoderna o “liberal” no es hostil al capital, al poder económico. Y que incluso resulta conveniente en los períodos de mayor crisis económica. Quien es capaz de trascender las absurdas polémicas del sectarismo político más chabacano, es patente que el IBEX35, el poder económico en España, tiene a Pedro Sánchez por su favorito. Bajo su gobierno las empresas y grandes corporaciones aumentan beneficios mientras se mantiene una “paz social” que resultaría improbable bajo un gobierno conservador.

Pese a las afirmaciones grandilocuentes y promesas electorales, desde el PSOE nada se hace nunca por alterar la estructura de la propiedad y la desigualdad realmente existente: la que existe entre ricos y pobres. Problemas ineludibles como el de la vivienda, por ejemplo, permanecen sin respuesta; manteniéndose una defensa desvergonzada de modelos predatorios y especulativos. Pedro Sánchez es, en definitiva, capaz de dar estabilidad a un estado como el español y que el dinero europeo siga fluyendo sin problemas a los Florentinos y los Amancios. Como se decía en aquellas célebres novelas de Frank Herbert: “la especia debe fluir”.

Esta situación nos presenta un escenario llamativo. Estando los poderes económicos visiblemente del lado del PSOE y Pedro Sánchez, el Partido Popular se ve huérfano. Una orfandad basada en el hecho puro y simple de que sin un discurso económico, el conservadurismo español se queda en nada. O peor: debe recurrir a una nada aún mayor, una nada sobrenatural. La Nada que representan los “cristofrikis” que en estos días se manifiestan frente a la sede del PSOE.

En los más oscuros rincones de Internet se les puede ver, en sacristía, cultivando un revisionismo histórico delirante que enaltece el “imperio español” y sigue la estela del discurso oficial franquista sobre una eterna “anti-España”. Algo irónico habida cuenta de que en la cosmovisión cristofriki o teocon España estaría también desdibujada dentro de un delirio de esencialismo religioso. Pseudo-historiadores, niños rata y curas cismáticos se dan reunión para lanzar las alabanzas de un consagrado asesino, ladrón, traidor y mentiroso como Hernán Cortés mientras se hacen cruces con el cinismo de Pedro Sánchez.

Sin duda son poderosas las imágenes de unos centenares de ultras rezando el rosario frente a la sede del PSOE buscando, se supone, que Dios evapore con un rayo a Pedro Sánchez. A mucha gente en la izquierda le divierten tanto como asustan. Pero que reciban tanta publicidad debería hacer saltar las alarmas. Porque puede que la principal amenaza contra la clase trabajadora no proceda de esos infelices, por malignas que sean sus ideas y necesario que sea ridiculizarlas y atacarlas. Puede que la amenaza real esté en creer que esos infelices tienen alguna entidad real más allá de unas páginas de internet y grupos de masturbación en grupo.

Como siempre, la solución está en reivindicar la revolución. Las que incomodan al PP y también al PSOE. Las que hacen avanzar la rueda de la Historia y, en definitiva tienen por enemigos a curas,  meapilas y progres.

Terminaré, para enfadar un poco más a nuestros estimados cristofrikis imperialistas y reaccionarios hispanos, citando a William Shakespeare:

“La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores.”

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