No es una guerra contra Hamás, es una guerra contra Palestina

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Hoy, 15 de octubre de 2023, se cumplen 8 días desde que comenzara el último genocidio perpetrado por Israel sobre la Franja de Gaza. Ocho días que han dejado (y seguirán dejando en los días venideros) un escenario indescriptible y horripilante – no existen calificativos que verdaderamente muestren la magnitud de los hechos . En el momento en que se escriben estas líneas, la cifra de muertos asciende a 2.670. Las personas heridas se cuentan por más de 9.000. De esos 2.670 mártires, 55 han sido asesinados en Cisjordania. De esos 2.670 mártires, 724 eran niños. Probablemente estas cifras hayan aumentado en el momento en que se publiquen estas líneas, pues se incrementan a cada minuto que pasa.

Familias al completo han sido asesinadas. Todas las infraestructuras que pueda tener una zona poblada (híper poblada en el caso de la Franja de Gaza) están siendo destruidas. Casas, bloques de pisos, centrales eléctricas, hospitales, ambulancias, escuelas. Coches en tránsito. Macabra fue la escena acaecida hace sólo dos días, cuando Israel dio el anuncio de que toda la población de la Franja que reside al norte y en el centro, debía desplazarse al sur, amenaza que se sigue manteniendo pese a la imposibilidad de que 1,1 millones de personas, con sus ancianos, sus mujeres embarazadas, sus enfermos y sus niños, se desplacen. Macabra fue esa escena en que familias aterrorizadas ante ese anunció se empezaron a movilizar con sus coches y que fueron bombardeadas, matando a 200 civiles.

Macabro es ese anuncio de desplazamiento de 1,1 millones de personas, cuando toda la Franja de Gaza está siendo bombardeada, en sus 4 puntos cardinales. Cuando hospitales de los 4 puntos cardinales han recibido el aviso de ser evacuados por el ejército sionista, incluido el hospital de Rafah, en el sur. El portavoz del Ministerio de Salud en Gaza, ha respondido ante esa amenaza que los hospitales no se van a evacuar, y que bajo ningún concepto van a abandonar a los miles de heridos a su suerte.

Macabro es dejar a más de 2 millones de personas sin agua, sin luz, sin combustible, y sin comunicaciones. Y no permitir la apertura de un corredor en Egipto para que entre ayuda humanitaria.

Y con todo, y pese a que se trata de un genocidio de toda una población con todas sus letras, los medios de comunicación de los gobiernos cómplices repiten hasta la saciedad que se trata de una guerra contra Hamás. En primer lugar, no es una guerra: en las guerras hay dos ejércitos enfrentados. Aquí, tenemos a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, con las tecnologías más sofisticadas, contra varias facciones de milicianos (no sólo Hamás, aunque únicamente se les mencione a ellos) formados en la resistencia armada. Facciones que han protagonizado un hecho histórico: el de romper la valle electrificada – recordemos que la Franja de Gaza está bloqueada por tierra, mar y aire desde 2007 – y atacar puestos militares sionistas al otro lado de la valla.

Y en segundo lugar, se trata de una mal llamada guerra contra Palestina, y no contra Hamás. Es la retórica imperialista de siempre: culpar al gobernante (recordemos que Hamás gobierna en la Franja de Gaza) y ejercer un castigo colectivo contra toda la población. ¿El objetivo real de Israel con todo esto? Anexionarse la Franja de Gaza, y Cisjordania (que está ya de por sí híper fragmentada y rodeada de colonias sionistas ilegales por doquier), y borrar definitivamente Palestina del mapa. No en vano, Israel está presionando a los gobiernos árabes amigos – hasta la fecha – para que permitan la inmigración de los 2 millones de palestinos de la Franja de Gaza. Efectuar una segunda Nakba. La respuesta ha sido un no contundente.

Desconocemos el giro que los acontecimientos van a tener en lo venidero. Lo que sí está claro es que, después de 75 años, después de todas las traiciones sufridas por el pueblo palestino, la lucha por la tierra y por el derecho al retorno está más viva que nunca. Si alguien daba por dilapidada esta lucha, se ha dado de bruces con la realidad: pese a que los fallidos y traicioneros Acuerdos de Paz de Oslo sepultaron en gran medida la resistencia en todas sus versiones, ésta volvió a resurgir años después, adquiriendo a día de hoy un cariz verdaderamente impetuoso.

Y lo que está claro también, es que, pese a la propaganda sionista e imperialista, la gente de todos los rincones del planeta está saliendo a la calle a favor del pueblo palestino, demostrando una solidaridad internacional que resulta de una necesidad tan imperiosa en los tiempos que corren.

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