El capital político de Irene Montero

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

En el vodevil de SUMAR, digno solo de una película de Berlanga, resaltan algunos “números” muy indicativos de la situación política que están viviendo los DIECISÉIS PARTIDOS que lo van a componer.

El veto que dicen que Yolanda Díaz ha puesto a Irene Montero para participar de esa multitudinaria coalición ha sido el punto más álgido de fricción con Podemos, que asegura, por boca de Ione Belarra, que es una gran equivocación, ya que Montero tiene un gran capital político.

Esta afirmación, varias veces repetida por la secretaria general de Podemos, resulta sorprendente. El recorrido de la señora Montero puede ser calificado de muchas cosas menos de capital político. Durante cuatro años la Ministra de Igualdad ha dedicado su tiempo, su esfuerzo, su trabajo y su equipo a conseguir aprobar una serie de leyes cuyo contenido y consecuencias están siendo nefastas. A la vez que ignoraba a sus seguidoras y votantes naturales: las feministas y las mujeres.

Cuando fue nombrada para ese ministerio le escribí pidiéndole una entrevista y me respondió que entonces estaba muy ocupada y que me avisaría. No recibí de ella más comunicación, a pesar de mis reiteradas peticiones. El mismo trato han tenido las compañeras de las diversas asociaciones y organizaciones feministas.

Con la prepotencia que la caracteriza, Montero ha dirigido y aprobado un engendro de ley contra la violencia sexual, que, según ella, reclamaban las mujeres después del proceso de La Manada, que ha concluido con la excarcelación de más de cien violadores y la rebaja de penas a más de mil. Y ha tenido que sufrir la humillación de que sus socios de coalición, el PSOE, presentara una enmienda que fue apoyada por el PP, con el voto en contra de UP. La soledad de Montero y Belarra aquella tarde en el Congreso fue palpable, y el océano de palabras vertidas en todos los medios de comunicación contra ellas y su ley ha tenido más comentarios y ecos que otras disposiciones de mucho mayor calado.

Y cuando la tormenta parecía haber amainado, ya convocadas las elecciones, el Tribunal Supremo ha dictado sentencia aprobando la rebaja de penas a favor del reo.

El empecinamiento de Montero en aprobar la ley trans ha provocado la indignación de todo el Movimiento Feminista, desde el participante en el PSOE hasta el del Partido Feminista, pasando por El Borrado de las Mujeres, las Confluencias feministas, la Plataforma Abolicionista de la Prostitución, DOFEMCO, la asociación de feministas de la enseñanza,  l’Escola, de Cataluña, así como de otras muchas mujeres independientes. La prepotencia de ese lobby trans, que protege apasionadamente la señora Montero, ha llegado al extremo de presentar querellas criminales como la que me imputaron en la Fiscalía del Odio durante un año, y el expediente abierto a Carola López Moya, militante del Partido Feminista en Sevilla. La ofensiva trans se ha manifestado con agresiones a las participantes en las manifestaciones feministas, el asalto a La Casa del Libro de Barcelona en la presentación del libro de José Errasti sobre el tema, abucheos y acoso a la escritora Lucía Etxebarría, y otras acciones tan hostiles como éstas, que duran ya varios años.

El disgusto del Movimiento Feminista por esta ley se ha hecho público y notorio en las declaraciones de sus más destacadas activistas en los medios de comunicación, en los artículos que muchas de nosotras hemos publicado, y en las manifestaciones donde la exigencia “Montero, dimisión” era un grito unánime.

A la vez, a esta ilustre ministra, se le exige desde hace tiempo por el MF que promueva la prohibición del registro civil de los niños fabricados en el útero de las pobres mujeres de los países subdesarrollados, y la prohibición de la pornografía, sin que haya respondido nunca a estas solicitudes.

Para acabar de prestigiar a la Montero hay que recordar que varias organizaciones feministas le entregaron en persona hace dos años un proyecto de ley abolicionista de la prostitución, en el que habían trabajado esforzadamente las abogadas más veteranas del Movimiento, que duerme en algún cajón –o papelera- desde entonces, sin que jamás les haya respondido ni mucho menos adoptado. Es de las que considera que las mujeres prostituidas hacen un “trabajo sexual” equiparable al trabajo industrial o doméstico.  

Irene Montero con quien ha estado muy bien relacionada asiduamente ha sido con los representantes del lobby trans, a los que ha dedicado todos sus esfuerzos. Con ese apoyo y el de la mafia proxeneta ha creído durante años que su poder era imbatible, a pesar de las críticas y peticiones de dimisión del MF.

El caudal político que posee la ministra de Igualdad, y todo su partido Podemos, después de haber gobernado cuatro años, se ha demostrado en los pésimos resultados electorales del 28 de mayo, en los que sin duda ha tenido influencia la desastrosa gestión de Montero.  Ione Belarra desbarra cuando alardea del caudal político de su compañera, porque no es más que basura. Y eso lo sabe bien Yolanda Díaz, por lo que no la quiere a su lado.

Ahora la gallega se abraza y besa apasionadamente a ese personaje llamado Carla Antonelli, y las dos en una manifestación de indigna traición, presumen de haber sido ellas las que lograron la aprobación de la ley trans, ninguneando a Irene. Ese es el rédito que ha obtenido la ministra de Igualdad después de haberse dejado la piel a tiras por servir a los trans. Porque, como dice el sabio adagio popular, “así paga el Diablo a quien bien le sirve”. Yolanda ya tiene experiencia de engañar y traicionar a sus socios de coalición, como escribí hace pocas semanas en un artículo, con los datos extraídos de la información publicada. Ahora tiene la cuarta oportunidad de repetir sus manejos y argucias, que durante un tiempo le proporcionan rédito, como he podido comprobar en la adhesión que le muestran algunas antiguas militantes de la izquierda. Esa que entre todas han destruido.

Ahora nos queda por ver en qué acaba la aventura de SUMAR, y el capital político que gana Yolanda con su romance con el Antonelli.

Porque la saga de los populismos infantiles y ridículos de esta época, aún no ha terminado.     

2 COMENTARIOS

  1. Respeto mucho su opinión. El respeto me obliga a discrepar: la realidad de la prostitución es , efectivamente, la que V señala. En términos generales. En la intolerable opresión( cuando no esclavitud)que sufren la mayoría de mujeres que encuentran en ella un medio de vida exige la intervención del poder público. Es un fenómeno de sumisión de la mujer , sobre todo de la mujer forzada a ello por sus condiciones materiales, que escandaliza a quien tenga sentido de la dignidad, de la libertad y del civismo. Esa circunstancia, ha de admitirse, es previa a cualquier otro debate al respecto .
    Pero , eso claro, existe ese otro debate: el de la sacralizacion del cuerpo y la imposibilidad, per se, de ejercer libremente la sexualidad ,tanto por parte de hombres como de mujeres , como un oficio cualificado, un medio de vida, una solución para determinadas situaciones de necesidad al respecto.
    Respecto de su opinión sobre la escasa consistencia política de la Sra. Montero he de decir que es compartida. Lo declaro con una cierta reserva intelectual que el sentido de la honestidad exige : no deseo rentabilizar en favor de mi ideología, liberal, una crítica realizada desde otros supuestos ideológicos. Pero sí, aun comprendiendo las razones sociales que explican el nacimiento de un movimiento populista como Unidas Podemos, me resulta difícil, a veces irritante, observar el derroche de ese potencial político en el ejercicio frívolo ( ¿sería excesivo calificarlo de infantil?)del liderazgo por parte de muchos de sus dirigentes y ese apego , a la desbandada, por salvar los inmuebles.
    Me parece que detrás de la situación que viven las personas transexuales hay un conflicto psicológico que viven con un intenso dolor . Y mucho daño social, como el sufrido históricamente por las personas homosexuales.Comparto con V .que algunas de sus propuestas políticas no merecen este calificativo .Es más, en tanto comprometen decisiones irreversibles a edades muy tempranas es preciso alertar de sus riesgos y oponerse políticamente a la aplicación de los mismos . Pero mientras el conocimiento nos ayuda a hallar respuestas, convengamos en que estas personas puedan estar en convivencia orgullosos de su modo de ser y libres para serse ( el neologismo es cacofónico ,pero creo que útil). Sea ,pues Carla Antonelli, y sean femeninos todos los determinantes y pronombres para referirse a esta persona que así lo desea.
    Le reitero, sinceramente, mi admiración intelectual.

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