Madrid, capital de la gloria

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Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista de España.

Un reportaje publicado en Alemania muestra, en vídeo, la ceremonia de glorificación nazi el 12 de febrero, en las calles y el cementerio de Madrid, autorizada por la Delegada del Gobierno, Mercedes González Fernández, dependiente de la secretaría de Estado Territorial del gobierno de España. Socialista.

En las imágenes se ven unos cientos de manifestantes –todos hombres- disfrazados de soldados hitlerianos haciendo el saludo nazi y desfilando con el paso de la oca. Banderas monárquicas españolas y banderas alemanas nazis. Discursos de exaltación de la participación de España en la gloriosa epopeya hitleriana. Pancartas diciendo “Honor y Gloria a los caídos”, ofrenda de una corona a una tumba de algún soldado español. Ningún medio de comunicación español ha reproducido las imágenes ni comentado el suceso. Esta información me llega por Twiter con reproducción de las portadas de periódicos alemanes que comentan el homenaje. Ningún político, ni de izquierdas ni de derechas, ni de centro ni de los diversos populismos que están pervirtiendo la política, ha hecho mención de este acto.

Difícil que en semejante contexto este episodio pueda despertar la irritación, la condena, el repudio, de la ciudadanía, y aún menos que la impulse a pedirle explicaciones al gobierno. Mejor, me dirán, esos no tienen ahora ninguna influencia social, la democracia debe permitirlo todo, y la fiesta termina y se van a su casa. ¿Todo?

 La ley mordaza que inventó el PP para reprimir manifestaciones y concentraciones el año 2015 sigue en vigor.  No se ha hecho ningún esfuerzo no por derogarla entera, que para eso ya tenemos bastantes delitos en el Código Penal, sino ni siquiera modificarla para atemperarla a los tiempos democráticos que dicen que vivimos.

Ya sabemos que en España la tan alabada Transición consistió en disfrazar a los fascistas de demócratas, a los demo-cristianos de liberales, a los liberales de socialistas, a los socialdemócratas de comunistas, y todos ellos redactaron la Constitución y la ley electoral, organizaron las elecciones y las instituciones del Estado y mantuvieron la misma policía, ejército, fiscalía y judicatura de la dictadura.

No se ha ilegalizado el partido Falange Española que concurre a las elecciones ritualmente y celebró su último Congreso en el Ateneo de Madrid.

En España no se ha condenado el régimen franquista y no se han depurado los cargos funcionariales que lo mantuvieron férrea y fielmente durante cuarenta años. No se ha juzgado a los esbirros de la policía político-social que han vivido en la impunidad cuatro décadas, después de detener, torturar y hasta asesinar a los opositores políticos durante toda la dictadura y que han muerto con las condecoraciones que les concedió la dictadura, como Billy el Niño. No se han exhumado los restos de los republicanos asesinados por los esbirros falangistas en todas las poblaciones españolas, que siguen en las cunetas, los campos y los cementerios, sin que este Estado democrático se haya dignado todavía aportar los fondos y los equipos humanos para desenterrarlos y darles sepultura digna.

No se ha juzgado a los gobernantes franquistas que anularon todos los derechos fundamentales de un país democrático, disolvieron partidos políticos, sindicatos, asociaciones civiles, organizaciones estudiantiles y vecinales, prohibieron las iglesias que no fueran la católica, ordenaron la detención, tortura y fusilamiento de republicanos, masones, independentistas, feministas, socialistas, anarquistas, comunistas y hasta liberales y democristianos. Prohibieron la libertad religiosa, de expresión, de reunión, de asociación, de partidos políticos, de elecciones, de manifestación, de prensa y medios de comunicación.

Ni se ha investigado el origen de las fortunas de los dirigentes franquistas, comenzando por la propia familia de Franco, ni se han seguido juicios por la devastadora corrupción, de la que se beneficiaron militares, gobernantes y empresarios que arruinó el país, comenzando por el propio rey Juan Carlos I y toda su familia.  

Ni siquiera en la Transición se han condenado con la severidad que merecían a los asesinos de Salvador Rueda, Yolanda González, Arturo Ruíz, los abogados de Atocha, las víctimas del incendio de la discoteca l’Escala de Barcelona, y así hasta contabilizar las más de trescientas víctimas mortales que se sumaron en los años “pacíficos y benéficos” de 1975 a 1982. De todos ellos fueron inspiradores, inductores y organizadores gobernadores civiles y ministros como Martín Villa, procesado en la “querella argentina”, que sigue impune sin siquiera haber declarado en el proceso.

No tengo espacio para relatar la infamia que oculta esta nuestra democracia, y cuyos humus fétidos salen de cuando en cuando a la superficie, como en ese acto de homenaje a la División Azul, con banderas, uniformes, himnos, discursos y saludos nazis.

Con esas raíces que se arraigaron tanto en las cloacas del Estado como en la policía y el ejército, en la judicatura, en la fiscalía y en la abogacía, en los gobernantes y en las organizaciones políticas de la derecha, en las empresas privadas, en las escuelas y en Universidades como la San Pablo CEU, donde estudió la Delegada del Gobierno en Madrid, “cuyos valores se rigen por el ideario de la Iglesia católica y el denominado humanismo cristiano”, en cuarenta de años de persecuciones, encarcelamientos, juicios espúreos y apropiaciones e incautaciones de bienes públicos y privados, se han florecido y crecido las plantas venenosas del neofascismo de VOX, de los consejeros del CGPJ y del Constitucional, del Fiscal General del Estado, de medios de comunicación protofascistas, de una judicatura heredera, muchas veces por la vía genética, de la franquista.

Madrid, capital de la Gloria, que debía ser la tumba del fascismo, se ha hundido en el mercantilismo y la mezquindad que representa el Partido Popular, que gobierna exultante la región desde hace un cuarto de siglo.  

Lo peor es que a la Delegada del Gobierno socialista, Mercedes González Fernández, ella misma con una exitosa carrera de responsabilidades políticas en el PSOE, le parezca bien permitir manifestaciones de exaltación de la División Azul y del nazismo en febrero de 2023. Será por la proximidad del 42 aniversario del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. 

2 COMENTARIOS

  1. Un artículo de Lídia Falcón donde la verdad y la justicia predomina. Siempre brillante y con inteligencia, denunciando ese acto fascista donde ningún medio han dicho nada en contra.

  2. Faltó de añadir…y a Sus NeofemiNazis en Feministas tóxicas y corrosivas. Para estos…[¡Ya no encuentro calificativos más despreciables y vejatorios!,
    … ] neoliberales Mafiosos y Criminales ¡TODO VALE!, Lo revuelven, lo utilizan TODO en su asqueroso estercolero, desde sus Cloacas del Poder.

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