¿Pretenden asustarnos? ¡Ingenuos!

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Pilar Aguilar Carrasco, Analista y crítica de cine.

Ya sabemos que, a falta de razones sensatas con las que rebatir las nuestras, los protrans manipulan, deforman y usan todo tipo de marrullerías.

Una muy habitual es acusarnos de no querer que ciertas personas tengan “derechos humanos”, para lo cual, previamente, los protrans se arrogan ellos solitos y por su cuenta la definición de lo que son “derechos humanos” (prescindiendo, por supuesto, de lo que estipula la Declaración Universal de Derechos Humanos).

Otra de sus camándulas consiste en acusarnos de tener posiciones coincidentes con la ultraderecha. Claman en tono inculpador: “Lo mismo dice VOX, luego, tú eres como ellos”. Creen que con tan “tremenda imputación” nos van a asustar. Pero no, claro. Es como si pretendieran amedrentar a quienes nos oponemos a la pena de muerte acusándonos de connivencia con el quinto mandamiento la religión católica: “No matarás”.

Aplicando similar lógica recriminatoria, quienes detestamos las religiones en general y la católica en particular (digo la católica en particular porque fue la que nos tocó en “suerte”) deberíamos empeñarnos en afrentar a padre y a madre a fin de no sustentar lo mismo que el cuarto mandamiento de la Iglesia ¿no?

Por eso, a quien nos acuse de coincidir con VOX, lo mejor es devolverle la pelota: “¿Y tú? ¿qué me dices de ti? Veo que no estás robando, lo cual me confirma que eres un siervo fiel de los dictados del Vaticano y concretamente de su séptimo mandamiento”.

Esa es la contestación rápida, destinada a los fans protrans pues es inútil razonar con quienes están cerrados en banda.

La contestación argumentada la reservaremos para mentes más abiertas y preclaras o para personas que no son furibundas protrans sino que andan aún despistadas.

En tal caso, entramos en análisis y, siguiendo, por ejemplo, con el quinto mandamiento, explicamos que, si bien coincidimos con la iglesia en el rechazo al asesinato, los ateos lo fundamentamos en el convencimiento ético de que ningún humano puede quitar la vida a otro por más que lo considere vil. Mientras que la iglesia lo fundamenta en que solo dios tiene poder para ello. Pero, ojo, para mayor inri, su prohibición es fingida porque, como prueba la historia, la iglesia ha promovido incesantes y crueles carnicerías. Además, hasta hace cuatro días, su doctrina apoyaba explícitamente la pena de muerte y, ahora mismo, si bien para un católico es pecado tener pensamientos “impuros”, no lo es ser fan entusiasta y furibundo de la silla eléctrica.

O, por poner otro ejemplo: la iglesia, pese al séptimo mandamiento, no solo nunca ha excomulgado a nadie por explotar y robar a manos llenas, sino que, como vemos en España, ella misma desvalija con total descaro y a mansalva nuestro patrimonio común.

Resumen:

1. Puntualmente se puede coincidir con gente con la que, por lo demás, no compartimos nada ¿y?

2. A veces, analizando la supuesta coincidencia, se comprueba que es aparente, de boquilla, hipotética, cuando no falsa.

Esto se demuestra comparando opiniones de VOX y de las feministas: en algunos puntos (puntos muy puntuales, valga la redundancia) decimos lo mismo: por ejemplo, a los menores no se les debe hormonar ni amputar (y tal coincidencia no nos vergüenza en lo más mínimo). Ahora bien, las razones y argumentos de fondo en los que se asienta su posición y la nuestra, son diametralmente opuestos.

Por el contrario, VOX comparte fundamentos, ideologías y criterios básicos con muchos transactivistas, como Chrysallis and Cía. (financiados con dinero público). Ambos creen que existe una naturaleza femenina y otra masculina, que las mujeres son “por esencia” obedientes, tranquilas, suaves, amantes de los volantes y del rosa… ¿Diferencias entre VOX y protrans? Sí: a la más mínima señal de desacato de los mandatos de género (que unos y otros consideran el “ser” de la persona), los protrans rápidamente se ponen manos a la obra: “adaptar” el cuerpo al “alma, cerebro, espíritu” (o como quieran llamarlo). Mientras que los de derechas intentan corregir y domar “el alma, el cerebro, el espíritu” del niño o la niña a fin de que entre en el corsé genérico que le “corresponde por su cuerpo”. Ahora bien, las discrepancias no son insalvables: si no queda otro remedio, si la criatura persiste y persiste, los de VOX y similares terminan aceptando medicación y cirugía porque comprenden que su retoño padece “anomalías”. O sea: prefieren pensar que algo de la naturaleza de su hijo o hija está mal (similar a un problema renal o de diabetes) a pensar que “les ha salido un maricón o una marimacho”.

Eso está clarísimo, así lo demuestran países como Irán y otros extremadamente machistas, como México. En España lo comprobaremos si la ley trans sale adelante.

Por ahora, VOX sabe perfectamente que, en la oposición a esa ley, ha encontrado un filón, dado que el PP no puede armar mucho jaleo pues en todas las comunidades ha promovido normativas similares y en las que gobierna (Galicia, por ejemplo) aplica con dureza protocolos de estricta observancia queer.

De modo que, ante la acusación de coincidencia entre el feminismo y la derecha decimos: sí, puntual, superficial y fundada en argumentos radicalmente opuestos, mientras que entre derecha y transactivismo la concordancia es de base ideológica y por ello apoyan las leyes trans en las distintas autonomías.

Esto decimos con firmeza las feministas porque así somos y así seremos siempre: coherentes y valerosas.

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