Chávez y la Comuna en tinta de mujer

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Geraldina Colotti. Periodista y escritora.

¡Comuna o nada! Han pasado casi diez años desde aquella exhortación estratégica pronunciada por Chávez en 2012 y retomada por Maduro. Una “utopía concreta”, en el sentido que Marx da a la idea del comunismo. Un indicio particularmente fuerte en este Bicentenario, y 150 años después de la Comuna de París (18 de marzo-28 de mayo de 1871), la primera gran experiencia de autogobierno en la historia contemporánea. La ley orgánica del sistema económico y comunal regula las formas de organización socioproductiva a nivel de la comuna: la empresa de propiedad social directa, la de propiedad social indirecta, la unidad de producción familiar, los grupos de intercambio solidario.

La moneda municipal es considerada una herramienta alternativa a la oficial, a fin de permitir un intercambio de conocimientos, saberes, bienes y servicios en los espacios del Sistema de Intercambio Solidario, a través de la cooperación, la solidaridad y la complementariedad, frente a la acumulación individual.

También se crea la Red de comercio justo y administración socialista, integrada por las comunidades que así actúan en el territorio nacional. Desde las comunas, entendidas como embriones de nuevas relaciones productivas y sociales en un espacio distinto a la economía de mercado, ha surgido en los últimos años un mensaje concreto de resistencia a la guerra económica.

Junto con los concejos comunales, las comunas contribuyen, de hecho, a la producción y distribución casa por casa del Clap, el Comité Locales de Abastecimiento y Producción cuya revista lleva el significativo título de Todo el Poder a los CLAPS, recordando así la célebre consigna pronunciada por Lenin sobre los Soviets, en 1917. Las casi 3.400 comunas, que en los proyectos del gobierno bolivariano tendrán que dar lugar a más de 200 ciudades comunales, son espacios de producción y reproducción social hacia la transición al socialismo donde las mujeres – como sujetos ubicados en la intersección entre la producción y la reproducción de la vida – participan en todos los niveles de la organización del poder popular, especialmente en los proyectos productivos.

Chávez, para proteger a las excluidas de los derechos económicos y sociales, creó la Misión Madres del Barrio, con un decreto presidencial de marzo de 2006. Desde entonces, las amas de casa en estado de necesidad reciben ingresos entre 60 y 80% del salario mínimo, y ahora hay en el Parlamento la propuesta para calcular el aporte del trabajo domestico al PIB.

Con la creación del Ministerio de la Mujer e Igualdad de Género, en abril de 2009, a propuesta de María León, Chávez permitió el despliegue de políticas de inclusión para combatir la feminización de la pobreza (tan evidente en las sociedades capitalistas y en estos tiempos de pandemia), a través del apoyo a la economía popular.

Una de estas herramientas es el Banco de Mujeres, BANMUJER, institución pública de microfinanzas que facilita el trabajo socioproductivo en comunidades para mujeres en situación de pobreza extrema, aumentando así la conciencia política y el trabajo comunitario. En las ferias de “Venezuela Productiva”, organizadas antes de la pandemia, se veía el fruto de la afortunada y rentable intersección lograda con el encuentro entre Chávez y la lucha de las mujeres, lo que lo llevó a afirmar: «No hay socialismo sin feminismo «. Y por eso, también este 8 de marzo, 8 años después de su partida física, Chávez se mantiene presente.

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