Hasta el momento, la República Popular China ha hecho llegar ayuda y vacunas a 13 países subdesarrollados y su gobierno ha anunciado que apoyará a decenas de países más. Recientemente, Pakistán ha recibido un lote de donaciones de vacunas desde la potencia socialista así como Brunei, Nepal o Filipinas. Además, las vacunas producidas por Sinopharm y Sinovac han sido exportadas a países como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Hungría o Brasil y, según parece, la República Federal de Alemania está valorando adquirir también lotes de las mismas.
El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbin, ha declarado que «China apoya la exportación de vacunas a países que lo necesiten, que reconozcan las vacunas chinas y que autoricen su uso de emergencia. Por ejemplo, Serbia ha recibido un lote de vacunas de China y ha comenzado la inoculación de la población. Cada vez más países están aprobando las vacunas chinas«.
A este respecto, la República Popular China está siendo coherente con el llamamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha pedido en múltiples ocasiones a los Gobiernos de los distintos países que compartan las vacunas ya que, en palabras de su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, «El nacionalismo de las vacunas podría favorecer objetivos políticos de corto plazo. Pero esto en última instancia carece de visión y es contraproducente. Cuando una aldea se incendia, no tiene sentido que un pequeño grupo de personas acapare todos los extinguidores para defender sus propias casas«.
Contrasta la actitud solidaria del gigante socialista asiático con el egoísmo que han mostrado los países occidentales generando conflictos como el que se ha dado entre el Reino Unido y la Unión Europea a cuenta de la vacuna de Astra Zeneca.
