“en la guerra, la verdad es la primera víctima”.
Esquilo
Nos hacen creer táctica y regularmente que no hay otra salida alternativa que la distópica militarización del espacio geográfico europeo que patrocina con furor la presidenta Úrsula von der Leyen en la revisión del marco financiero plurianual, es decir lo peor está por venir y no nos ofrecen otra alternativa.
La dirigente alemana expuso a inicios de esta semana una serie alternativas para reforzar la defensa europea. Von der Leyen cree que la Unión debe estar preparada para una guerra y por eso propuso que los 27 realicen compras conjuntas de material militar «con el modelo que con éxito logramos incrementar para las vacunas y el gas natural»[1]. Al mismo tiempo, habló de incrementar el gasto militar de los países miembros que, a su vez, implicará el fortalecimiento de la OTAN, ya que 21 de los 27 miembros de la UE están dentro del tratado internacional.
Von der Leyen planea una propuesta para el próximo marco financiero que revisa las bases de gasto (de 2028 a 2034) con la astuta intención de reforzar el poder de la Comisión Europea. Al igual que la categoría de noción de «terrae incognitae» estuvo ligada a aquellas entendidas como “cosas que no han sido vistas o que no han sido bien exploradas”, noshacen transitar entre lo certero y lo posible, lo desconocido formando parte de lo conocido, el próximo presupuesto plurianual de la UE ya ha empezado.
Estarían en cuestión, las partidas intocables de la Cohesión: el apoyo a la agricultura (Política Agrícola Común, PAC) y la ayuda a las regiones más pobres (los mayores capítulos de las cuentas, alrededor de dos tercios que suman 1.211 billones de euros) son una línea roja para Francia y para los socios del sur, que son sus beneficiarios mayoritarios.
Mientras los “frugales” (Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Austria y Suecia) mirando para su bolsillo, exigieron en la última reunión que se englobe en todo el Presupuesto comunitario (unos 160.000 millones de euros al año), también esas partidas, para evitar que pierdan volumen los programas de subvenciones de los que se benefician más los países ricos.
En junio, la Comisión Europea propuso un incremento de gastos de unos 100.000 millones de euros a sumar a los dos billones de euros para hacer frente a las nuevas necesidades de la UE, entre otras 50.000 millones en créditos y subvenciones para el régimen filonazi de Kiev que la UE trata de brindar compromisos de seguridad a largo plazo, asegurándole una garantía de desembolso a cuatro años para mantener a flote al país en quiebra.
Por primera vez, la partida de Defensa —fundamentalmente, la industria armamentística— la última vedette de la UE, tendrá un capítulo propio en los presupuestos comunitarios en los fondos de compensación. Un nuevo enfoque para más producción de armamento, mayor inversión y coordinación en capacidades de defensa. No solamente en razón de una suerte de mecanismo de proyección, pero sobre todo, como algo que se inscribe en el dominio de lo posible, los Estados miembros de la UE incrementan su gasto en el sector y el club comunitario, que se fundó hace décadas como un proyecto dirigido a mantener la paz entre sus socios sin una dimensión militar, se metamorfosea de la mano de Von der Leyen con el visor puesto en un modelo de defensa para protegerse en el terreno puramente imaginario de amenazas externas.
En marzo de este año, Von der Leyen ante el pleno del Parlamento Europeo, lanzó la soflama: “La amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible” y recalcó que es hora de que “Europa dé un paso al frente”, una advertencia de la conservadora alemana, que fue durante más de un lustro ministra de Defensa en su país, Alemania, encaminada al cambio de paradigma militarista en la UE.
El 9 de octubre en Estrasburgo, al presentar las “prioridades” de la presidencia húngara de la UE, Viktor Orban aseguró: “La Unión Europea necesita cambiar y hoy quiero convencerlos de ello”. Se enfrentó a los planteamientos de la alemana a la que tildó de representar a una élite tecnócrata que nadie votó, manifestó: ”hay una sensación en la sociedad de que nos gobierna una tecnoburocracia desde Bruselas. El nicho que ocupa hoy la derecha en Europa se da por la canalización del malestar que en los años ochenta logró acaparar la socialdemocracia, que hoy traicionó los principios y valores por los que abogaba»
La jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intervino justo después de Orban para arremeter contra Budapest por haber paralizado el apoyo de la UE a Kiev y negarse a unirse a los esfuerzos occidentales de armar a Ucrania en su lucha contra la Federación Rusa.
“Sólo hay un camino para lograr una paz justa para Ucrania y para Europa: debemos seguir fortaleciendo la resistencia ucraniana con apoyo político, financiero y militar”, declaró Von der Leyen.
La próxima cumbre del 14 y 15 de diciembre, Los líderes de los Veintisiete tendrán sobre la mesa varios platos fuertes: la revisión del marco financiero plurianual, la reforma de las reglas fiscales, asuntos migratorios (ideas para externalizar partes de la política migratoria del bloque, como las deportaciones) y la decisión de abrir o no negociaciones de adhesión de Ucrania.
[1] Véase el informe de Amnistía Internacional: “Despite the rhetoric, Pfizer’s failures continue to fuel human rights Covid-19 crisis”