La Comisión Europea encargó al tecnócrata Mario Draghi un informe sobre el futuro de la economía europea hace aproximadamente un año, el ex banquero de Goldman Sachs (2002-2005), ex director del Banco Central italiano (2006-2011) y luego presidente del Banco Central Europeo (2011-2019) antes de convertirse brevemente en primer Ministro de Italia (febrero de 2021 a octubre de 2022), presentó el informe: ”The Future of European Competitiveness” en un momento en que las principales economías europeas están en recesión (Alemania, Suecia, Austria ) o estancadas (Francia, Italia). Casi ninguna economía de la UE crece más del 1% anual y la media de la eurozona es de apenas un 0,2%.
“Todo modo…..” aquello que es necesario, el liderazgo al estilo jesuita.
Draghi llama a la situación “un desafío existencial”, repasa la historia del desempeño económico relativo de Europa en el siglo XXI –de hecho, desde que se lanzó la moneda única del euro. Pinta un panorama preciso de la disminución relativa de la producción y el crecimiento de la productividad, los niveles de vida y el progreso técnico de las economías de la UE en comparación con EEUU y China.
Junto con el informe “Much more than a Market” de Enrico Letta sobre el futuro del Mercado Único, el Informe Draghi es la propuesta de recuperación que marcará la agenda de la renovada Comisión Europea. Un documento de casi 400 páginas que recomienda políticas tanto sectoriales (tecnologías limpias, materias primas críticas, energía, digitalización, y tecnologías avanzadas, redes de banda ancha, semiconductores, defensa, farmacéutica, transporte) como horizontales (acelerar la innovación, sostener la inversión, renovación de la competencia, cerrar la brecha de habilidades, fortalecimiento de la gobernanza) para garantizar que la UE siga siendo competitiva.
A) Apremia compromisos financieros enormes para impulsar el crecimiento y las ganancias de productividad, considera que el bloque necesita inversiones públicas y privadas de 750.000 a 800.000 millones de euros al año, es decir, hasta el 5% del PIB total de la UE. Hasta 450.000 millones de euros de esa cantidad se destinarían a la transición energética. A modo de comparación, alrededor de tres veces el Plan Marshall (1948-1951), entre el 1% y el 2% del PIB en inversiones anuales en el período de posguerra.
B) Esto permitiría al continente volver a los niveles de inversión de los años 1960 y 1970. Para lograrlo, el informe propone recurrir al endeudamiento de la UE, como se hizo con el plan de recuperación de 750.000 millones de euros adoptado en 2020 para hacer frente a la COVID-19. Solo que el objetivo ahora es recaudar esas sumas cada año para inversiones sostenidas en el futuro (en particular en investigación y nuevas tecnologías).
Draghi quiere más “préstamos conjuntos”, emitir deuda paneuropea común, es decir, que la UE emita más deuda respaldada por la UE para financiar proyectos, para bienes públicos clave como la innovación disruptiva. De esta manera, se reducirían las barreras de acceso a la financiación y se permitiría un mayor impulso de la inversión en sectores estratégicos. Pero esto es un gran tabú en la UE, los “frugales” Alemania y Países Bajos tienen bajos niveles de deuda pública y se muestran reacios a respaldar a sus vecinos más endeudados que ya se oponen vehementemente a renovar NextGenEU más allá de su vencimiento programado en agosto de 2026, menos de tres horas después de que Draghi terminara su presentación, el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, escribió en X: “El endeudamiento conjunto de la UE no resolverá los problemas estructurales: las empresas no carecen de subsidios”, “Están atadas por la burocracia y una economía planificada. Y tienen dificultades para acceder al capital privado. Tenemos que trabajar en eso”. La reacción más uniformemente negativa por parte de los miembros del gobierno de coalición de cuatro partidos de los Países Bajos, que incluye a la extrema derecha. «Más dinero no siempre es la solución«, dijo el ministro de Finanzas holandés, Eelco Heinen, otro conocido halcón fiscal y miembro del conservador Partido Popular para la Libertad.
C) Estima que es necesario convertir la AEMF (Autoridad Europea de los Mercados Financieros) en un ente regulador único, similar a la SEC (Securities and Exchange Commission) estadounidense. “Modificar su gobernanza y sus procesos de toma de decisiones en el mismo sentido que los del Consejo de Gobernadores del BCE (Banco Central Europeo), separándolos lo más posible de los intereses nacionales de los Estados miembros de la UE»
D) El informe desafía el Dogma de la austeridad. Los países europeos deberían olvidarse de sus déficit pasados y entrar en una larga fase de superávits primarios en sus cuentas públicas, es decir, una fase en la que los contribuyentes deberían pagar mucho más en impuestos de lo que reciben en gastos, para reembolsar urgentemente los intereses de la deuda y el capital.
Los tipos de interés reales (descontando la inflación) han caído a niveles históricamente extremadamente bajos en Europa y Estados Unidos en los últimos veinte años: menos del 1% o el 2%, y a veces incluso a niveles negativos. Esto refleja una situación en la que hay una enorme cantidad de ahorros poco utilizados o mal utilizados en Europa, listos para fluir a los sistemas financieros occidentales sin apenas rendimiento. En una situación así, es función de los poderes públicos movilizar esas sumas e invertirlas en formación, atención sanitaria, investigación y nuevas tecnologías, grandes infraestructuras energéticas y de transporte, renovación térmica de los edificios.
E) Se pronuncia por una reactivación del mercado de las titulizaciones para aumentar las capacidades de financiamiento de los bancos e invita la Comisión Europea a proponer una revisión de las exigencias prudenciales sobre los activos titulizados.
F) Señala las “asimetrías en la regulación” que enfrentan las empresas de la UE en relación con sus pares en China o EEUU, que ayudan a crear un campo de juego global desigual. “La carga regulatoria sobre las empresas europeas es alta y sigue creciendo”, describe Draghi, y agrega que entre 2019 y 2024, la UE aprobó aproximadamente 13.000 leyes, en comparación con 3.500 leyes y 2.000 resoluciones a nivel federal de Estados Unidos
G) Una mayor integración de los mercados de capitales europeos, lo que facilitaría la canalización del ahorro privado hacia inversiones productivas dentro de Europa.
Según Draghi, la Unión Europea ofrece pocas posibilidades de inversión (32% del PIB), en comparación con EEUU (142% del PIB) debido a la persistencia del sistema de jubilación por repartición (excepto Países Bajos, Dinamarca y Suecia). Así que Draghi aconseja desarrollar sistemas privados de jubilación en todos los países miembros de la UE como medio de unificar capitales y canalizarlos hacia los mercados financieros.
H) Plantea la necesidad de una reforma para dar un impulso, mediante un apoyo del sector público, a la innovación y la tecnología mediante un conjunto de inversiones urgentes, ya que Europa enfrenta necesidades de inversión inéditas en sectores como la digitalización, la descarbonización, la defensa.
I) Aboga por la estrategia de reformar la ley de competencia para facilitar las fusiones de corporaciones europeas. En 2019, la Comisión Europea prohibió la propuesta de Siemens de adquirir Alstom en el sector de trenes de alta velocidad. Pero Draghi sostiene que la seguridad económica debe tenerse en cuenta al analizar las fusiones, la competencia china exige corporaciones industriales europeos más grandes.
J)Reactivar el crecimiento cerrando la brecha de innovación con EEUU y China en tecnologías clave aprovechando las oportunidades que ofrece el actual proceso de descarbonización global.
K) Aumentar la seguridad para proteger las cadenas de suministro de las dependencias geopolíticas que corren el riesgo de convertirse en vulnerabilidades. A medida que se desvanece la era de la estabilidad geopolítica de la unipolaridad aumenta el riesgo de que la creciente inseguridad se convierta en una amenaza, una Europa particularmente expuesta, pues depende de un puñado de proveedores de materias primas fundamentales y de las importaciones de tecnología digital. El informe insta a establecer una “política económica exterior” de la UE: coordinando acuerdos comerciales preferenciales e inversiones directas con países ricos en recursos, creando reservas en determinadas áreas críticas y creando asociaciones industriales para asegurar la cadena de suministro de tecnologías clave.
L) El informe insiste que se desarrolle la concentración del gasto en la capacidad industrial de defensa demasiado fragmentada que adolece de una falta de estandarización e interoperabilidad de los equipos. La contratación colaborativa europea representó menos de una quinta parte del gasto en adquisición de equipos de defensa en 2022.
M) El sobrecoste energético en Europa. Esta situación se ha agravado por el papel de seguidismo suicida de Europa hacia las posiciones belicosas y de confrontación de EEUU y Reino Unido en el conflicto armado de Ucrania.
En el pasado, Europa podía satisfacer su demanda de energía importada adquiriendo gas por gasoducto en abundancia desde la Federación Rusa, que representó alrededor del 45% de las importaciones de gas natural de la UE en 2021. Pero después del conflicto de Ucrania, esta energía barata ha desaparecido a un costo enorme para Europa. La UE ha perdido más de un año de crecimiento del PIB, al tiempo que ha tenido que reorientar enormes recursos fiscales a subsidios energéticos y a la construcción de nueva infraestructura para importar gas natural licuado. Si bien los precios de la energía han caído considerablemente desde sus picos, las empresas de la UE aún enfrentan precios de la electricidad que son dos o tres veces mayores que EEUU y los precios del gas natural son cuatro o cinco veces más altos.
La enmienda tecnocrática bajo lupa
El poder de decisión ha pasado de la esfera política a la económica. Determinadas opciones políticas se han transformado en imperativos económicos que disfrazan un proyecto altamente reaccionario tras una máscara ideológica técnica. La traslación de una parte de la esfera política a la economía, como un ámbito separado e impermeable a las demandas sociales, el poder de una Eurocámara suficientemente vaciada de voluntad popular, Draghi nos recuerda la solidez del príncipe eclesiástico de Maquiavelo. Los europeos serán súbditos pero vivirán en un principado “seguros y felices”, sin preocuparse, ni pensar, sin poderse sustraer a su soberanía (El Principe, XI).
Marx también se ocupó de la crítica a los llamados “gobiernos técnicos”. En calidad de periodista del York Tribune, en 1853 observó los acontecimientos político-institucionales que llevaron al nacimiento de uno de los primeros casos de “gobierno técnico” de la historia: el gabinete Aberdeen –que estuvo en el gobierno de Inglaterra desde diciembre de 1852 hasta enero de 1855. En el artículo “Un gobierno decrépito. Perspectivas del gabinete de coalición” , Marx se burló de la pretensión del Times de calificar de “técnicos” a los representantes del poder dominante que tenían una agenda eminentemente política. Lo que el principal periódico británico consideraba un modelo moderno y convincente era una farsa para él.
Un representante destacado de esa política, Mario Draghi nos ofrece las opciones de fondo y las intervenciones necesarias. El crecimiento económico de la UE ha sido persistentemente más lento que en EEUU durante las últimas dos décadas, mientras que China ha estado poniéndose al día rápidamente. La brecha entre la UE y EEUU. en el PIB en 2015 se ha ampliado gradualmente de poco más del 15% en 2002 al 30% en 2023. La brecha se ha ampliado menos en términos per cápita a medida que EEUU. han experimentado un crecimiento demográfico más rápido, pero sigue siendo significativa en la actualidad, con un 34%. El principal impulsor de estos desarrollos divergentes ha sido la productividad. Alrededor del 70% de la brecha en el PIB per cápita con EEUU se explica por una menor productividad en la UE.
Muchas economías de la UE han prosperado y dependen de la expansión del comercio mundial. Pero la era del rápido crecimiento del comercio mundial ha pasado: el FMI proyecta que el comercio mundial crecerá a un ritmo de apenas el 3,2% anual en el mediano plazo, un ritmo muy por debajo de su promedio anual de 4,9% entre 2000 y 2019. De hecho, la participación de la UE en el comercio mundial está disminuyendo, con una caída notable desde el inicio de la pandemia.
Lo más importante para Draghi es que la posición de Europa en las tecnologías avanzadas que pueden impulsar el crecimiento futuro está decayendo. Sólo cuatro de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas y la posición global de la UE en tecnología se está deteriorando: de 2013 a 2023, su participación en los ingresos globales de tecnología cayó del 22% al 18%, mientras que la participación de Estados Unidos aumentó del 30% al 38%. El bajo crecimiento de la productividad es debido a la baja inversión en los sectores productivos, en especial en las nuevas tecnologías. La brecha entre la inversión productiva y el PIB en EEUU y Europa es de alrededor de 1,5 puntos porcentuales del PIB cada año.
La UE ha entrado en el primer período de su historia en el que el crecimiento no estará respaldado por el aumento de la población. Para 2040, se proyecta que la fuerza laboral se reducirá en cerca de 2 millones de trabajadores cada año. Un estudio reciente concluyó que el envejecimiento de la población europea «causará enormes vientos en contra para el crecimiento económico». Si bien el cambio demográfico ha contribuido positivamente al crecimiento económico per cápita en el pasado, en las próximas décadas reducirá la tasa de crecimiento de las economías del G4 de Europa entre 0,3 y 1 punto porcentual por año.
Draghi es concluyente: “Tendremos que apoyarnos más en la productividad para impulsar el crecimiento. Pero si la UE mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad desde 2015, sólo sería suficiente para mantener el PIB constante hasta 2050, en un momento en el que la UE se enfrenta a una serie de nuevas necesidades de inversión que tendrán que financiarse mediante un mayor crecimiento”.
El estudio del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de enero 2024 “Dynamics of productive investment and gaps between the United States and EU countries” ofrece una documentación y evaluación detalladas de las diferencias en la inversión productiva real entre EEUU y los países de la UE, centrándose especialmente en el período 2013-2019. Sobre el origen de esta brecha en la inversión productiva descubrió que el déficit de inversión de la UE se debía principalmente a «activos intangibles», es decir, patentes, propiedad intelectual y software, etc. En estas áreas, los EEUU estaba muy por delante. Las empresas de la UE se especializan en “tecnologías maduras donde el potencial de avances es limitado, gastan menos en Investigación e Innovación (I+i): 270.000 millones de euros menos que sus homólogas estadounidenses en 2021. Los tres principales inversores en I+i en Europa han estado dominados por las empresas automovilísticas durante los últimos veinte años. Lo mismo ocurrió en EEUU a principios de la década de 2000, con los automóviles y la industria farmacéutica a la cabeza, pero ahora los tres principales inversores están todos en tecnología”.
Quince países tenían un déficit de inversión con respecto a los EE. UU. que era mayor que el promedio de la UE, incluidas algunas de las economías más grandes, como los Países Bajos (2,7 puntos porcentuales), Alemania (2,8), Italia (4,0), Francia (2,5) y España (4,3), en otras palabras, el núcleo de Europa.
Draghi con la lógica de banquero atribuye los bajos niveles de inversión productiva en Europa, especialmente en tecnología a la “falta de financiación” y al fracaso a la hora de fusionar corporaciones en multinacionales de gran escala que puedan competir con Estados Unidos.
“Europa está atrapada en una estructura industrial estática en la que surgen pocas empresas nuevas que alteren las industrias existentes o desarrollen nuevos motores de crecimiento. De hecho, no hay ninguna empresa de la UE con una capitalización de mercado superior a los 100.000 millones de euros que se haya creado desde cero en los últimos cincuenta años, mientras que las seis empresas estadounidenses con una valoración superior a un billón de euros se han creado en este período”.
La solución pro-empresarial de Draghi y la intermediación financiera
Draghi afirma que una razón clave para la “intermediación financiera” menos eficiente en Europa es que los mercados de capital siguen estando fragmentados y los flujos de ahorro hacia los mercados de capital son menores. Es necesario que haya un mercado de capital a nivel de la UE y capital de riesgo con sede en la UE que no dependa de los EE. UU.
“Muchos empresarios europeos prefieren buscar financiación de capitalistas de riesgo estadounidenses y escalar en el mercado estadounidense. Entre 2008 y 2021, cerca del 30% de los “unicornios” fundados en Europa –startups que llegaron a tener una valoración de más de 1.000 millones de dólares– trasladaron sus sedes al extranjero, y la gran mayoría se trasladó a los EE. UU.”
Hay demasiada regulación burocrática y mercados crediticios ineficientes para “desbloquear el capital privado”. Según Draghi, “los hogares de la UE tienen un amplio ahorro para financiar una mayor inversión, pero en la actualidad ese ahorro no se está canalizando de manera eficiente hacia inversiones productivas. En 2022, el ahorro de los hogares de la UE fue de 1.390 billones de euros, en comparación con los 840 billones de euros de EEUU”.
Pero, ¿son los mercados de capitales ineficientes de la UE la causa de la menor inversión productiva en Europa? El informe insinúa la causa real cuando dice que los costos de financiación privada son demasiado altos en comparación con los rendimientos que el sector capitalista de la UE requiere para aumentar la inversión productiva, en comparación con la inversión en bienes raíces o activos financieros. La causa real radica en la menor tasa de rentabilidad del capital europeo en comparación con EEUU
El informe no menciona que en la UE hay muchas más empresas pequeñas donde la rentabilidad es baja, mientras que en Estados Unidos una mayor concentración de capital ha impulsado las ganancias de las pocas megatecnológicas que están en la cima. Desde el año 2000, las tasas de ganancias brutas en Estados Unidos han aumentado y la concentración industrial se ha disparado, pero estas tendencias no se observan en la Unión Europea.
Draghi concluye que “el ciclo resultante de bajo dinamismo industrial, baja innovación, baja inversión y bajo crecimiento de la productividad en Europa podría caracterizarse como “la trampa de la tecnología intermedia”.
¿Qué se debe hacer con las brechas de productividad e inversión? Draghi dice que “se necesita una inversión adicional anual mínima de 750 a 800 mil millones de euros, lo que corresponde al 4,4% – 4,7% del PIB de la UE en 2023. A modo de comparación, la inversión en el marco del Plan Marshall entre 1948 y 1951 equivalía a solo el 1-2% del PIB de la UE. Para lograr este aumento, sería necesario que la participación de la inversión de la UE pasara de alrededor del 22% del PIB actual a alrededor del 27%, revirtiendo un declive de varias décadas en la mayoría de las grandes economías de la UE”. Se trata de un aumento de los niveles de inversión en relación con el PIB que no se veía desde la Edad de Oro de los años 1950 y 1960, cuando Europa se expandió rápidamente después de la guerra.
¿Es factible esperar que el capital europeo sea capaz o esté dispuesto a recuperar esas décadas de inversión dorada cincuenta años después? Como reconoce el informe, “históricamente en Europa, alrededor de cuatro quintas partes de la inversión productiva ha sido realizada por el sector privado, y la quinta parte restante por el sector público”. Por lo tanto, en una Europa capitalista, corresponde a los capitalistas invertir más para lograr la mayor productividad necesaria en las áreas clave. El sector público no puede hacerlo y la Comisión Europea y Draghi ciertamente no quieren que la inversión pública reemplace al sector capitalista a través de la propiedad pública y la planificación de los “puntos de mando” de las economías de Europa.
Debe haber incentivos monetarios y fiscales por parte de los gobiernos para “alentar” a los capitalistas a invertir. Primero, debe haber menores costos de financiación, pero “lograr una inversión privada de alrededor del 4% del PIB solo mediante financiación de mercado requeriría una reducción en el costo privado del capital de aproximadamente 250 puntos básicos en el modelo de la Comisión Europea”. Situación difícilmente posible en el entorno inflacionario actual. De todos modos, “aunque se espera que la mejora de la eficiencia del mercado de capitales (por ejemplo, mediante la finalización de la Unión de Mercados de Capitales) reduzca los costos de financiación privada, es probable que la reducción sea sustancialmente menor. Por lo tanto, los incentivos fiscales para desbloquear la inversión privada parecen necesarios para financiar el plan de inversión, además de la inversión gubernamental directa”.
Por lo tanto, los gobiernos de toda la UE deben proporcionar más fondos públicos. Pero esto conduce a otro problema. Los gobiernos de la UE, en particular en el centro de Europa, están impulsados por la necesidad de “equilibrar el presupuesto” y no aumentar la deuda pública o los impuestos demasiado.
Draghi sugiere más impuestos a nivel de la UE para aumentar el tamaño de la Comisión Europea, que es demasiado pequeña y concentra el gasto en “cohesión social”, subsidios regionales y agricultura en lugar de en “inversión productiva”. Draghi quiere recortar el gasto público de la UE en las áreas existentes y orientarlo hacia la tecnología. “Si el gasto gubernamental relacionado con la inversión no se compensa con ahorros presupuestarios en otras áreas, los balances fiscales primarios pueden deteriorarse temporalmente antes de que el plan de inversión ejerza plenamente su impacto positivo sobre la producción”. Un cambio de este tipo no sería bien recibido por los agricultores ni en Europa del Este.
La visión marxista
Draghi describe el grave deterioro del desempeño competitivo del capital europeo en el siglo XXI en comparación con EEUU y China. Es un “desafío existencial” que sólo puede superarse con un aumento masivo de la inversión, principalmente en nuevas tecnologías. Esto sólo puede lograrse si el sector capitalista invierte más. La inversión pública es demasiado pequeña y, de todos modos, los gobiernos pro-empresariales de la UE no quieren absorber las principales empresas privadas y han planeado en su lugar la inversión pública. Draghi dice que lo que deben hacer es alentar a las grandes empresas de Europa a invertir más con crédito más barato, mercados desregulados y mayores incentivos fiscales gubernamentales para “desbloquear la inversión privada”.
El economista marxista Michael Robert indica que las posibilidades de que los gobiernos de los Estados miembros de la UE acuerden gastar más para ayudar a las empresas de la UE de manera suficiente son dudosas. La única manera de que se produzca el enorme aumento necesario de la inversión productiva es que la rentabilidad del capital europeo dé un salto (elevar la tasa general de ganancia). Pero eso no se logrará abaratando los costes del crédito, sino mediante dos cofactores: un marcado aumento de la explotación de la mano de obra y la modalidad de eliminación de la antigua capacidad productiva, la necesaria “destrucción creativa” de la “tecnología media” para reducir los costes. Aquello que Marx llamó desvalorización (entwertung), cualquier crisis importante requiere una solución para los medios de producción que están sujetos a una depreciación, que ya no son competitivos, y que van a la zaga de las capacidades nuevas y más productivas deben eliminarse para dar paso a un nuevo conjunto de maquinaria y equipo y nuevos métodos de producción, si eso no sucede, el declive relativo de la UE a nivel mundial continuará e incluso se acelerará.
Las 170 recomendaciones del informe Draghi seguirán su curso institucional para ser debatidas inicialmente por los eurodiputados durante las audiencias de los comisarios propuestas para octubre, continuará en el Consejo Europeo informal del 7 de noviembre en Budapest y más tarde durante las negociaciones sobre el próximo marco financiero plurianual (MFP), que configura el presupuesto de la UE para el período 2028-20, cuyo primer borrador se publicará en 2025. Seremos testigos de la nueva contradicción a la que se enfrentan las potencias europeas del continente: ¿cómo conciliar las reglas económicas del neoliberalismo con las necesidades industriales de las políticas de militarización?