Hace pocos días, Atresmedia cayó del guindo de que aquel simpático colaborador suyo llamado Daniel Esteve, sí, ese chico de gimnasio mal ciclado que dirigía una empresa que hacía un gran servicio desempeñando por su cuenta y riesgo las funciones encomendadas a la justicia y las fuerzas de orden, era en realidad un matón neonazi. La revelación llegó cuando el mencionado colaborador, molesto por un reportaje de la cadena, amenazó a varios periodistas de la misma con tomar represalias a través de sus seguidores, propósito para el cual afirmó tener varios datos sobre sus direcciones, sus hábitos los colegios de sus niños, etc, etc.
Bueno, lo primero de todo será solidarizarse con esos periodistas y sus familias ante esta amenaza chuloputesca, pero conviene recordar que muchos llevábamos años avisando de que dar cancha a esa gentuza de métodos y estética parapolicial y fascista iba a traer consecuencias. De modo que, para que nadie se llame a engaño voy a aclarar unas cuantas cosas, que pueden parecer loquísimas ahora que por lo visto se ha normalizado la ideología extremoderechista y neonazi, pero se resumen en un único punto: NUNCA RÍAS LAS GRACIAS A UN NAZI. Sí, sí, es sorprendente, pero los señores de Atresmedia os lo pueden asegurar. Por muy duro y molón que te parezca un individuo pelado levantando el brazo en alto y gritando Sieg Heil, cuando te des cuenta estarás recibiendo amenazas o directamente una paliza.
Al nazi no le hace más simpático ni que tú hayas tenido algún altercado con alguien de otra raza, ni que lleve insignias de tu equipo de fútbol, ni que dirija una empresa, ni que domine algún arte marcial, ni que proteja a los niños de los delincuentes e inmigrantes… Básicamente porque NADA DE TODO ESTO, repito, NADA, es cierto.
Parece mentira pero todavía hay que explicar que uno no es más duro por meterse con los más débiles y por ejercer la violencia física o verbal. Todos hemos visto hace algún tiempo cómo un miembro de la empresa de Esteve era apabullado en un combate de artes marciales por un marroquí. La clave es que aquel marroquí no era un dependiente de frutería con el cuál pudiera ponerse chulo, sino un luchador con conocimientos y experiencia en los deportes de contacto. O al mismo Esteve resultar apuñalado varias veces en una supuesta demostración de sus métodos de autodefensa. Si ese ejercicio hubiera sido en condiciones reales Esteve ya no estaría aquí.
Los nazis nunca han protegido a los niños. Aunque agredan cómicos en plena actuación, supuestamente por comentarios pedófilos, resulta que no tienen ningún reparo en amenazar con que conocen el colegio donde llevan sus hijos los periodistas que les molestan.
Los nazis no animan a tu equipo de fútbol, van a los encuentros a buscar víctimas, siempre más débiles, con las que meterse. Si tú tienes un amigo que profese simpatía por otro club y decidís ir juntos a ver el partido entre ambos, no te creas que tu bufanda del Real Madrid, del Atleti, del Barcelona, etc te va a salvar, por no hablar de la suerte que correrá tu amigo, hincha probablemente de un equipo vasco o catalán.
Los nazis no «dicen lo que nadie se atreve a decir» ni «piensan diferente». Sueltan basura racista y también clasista para descargar su odio con los más débiles. Y si tú eres tan estúpido a la vez que ruin de creerte que pegar palizas a los magrebíes y similares, te invito a conocer lo que harían contigo los nazis del norte de Europa sin preguntarte por ideología ni si estás en su país con contrato de trabajo.
Todo esto se venía avisando hace mucho cuando Daniel Esteve aparecía en los platós de Atresmedia opinando sobre muchos asuntos, pero principalmente por el derecho a la vivienda, pero presentadores de ese grupo como Sonsoles Ónega le justificaban con la conocida matraca de que te van a quitar tu casa, la policía no hará nada, etc. Pues aquí lo tienen. Ahora las víctimas resulta que son periodistas del grupo que le dio cancha, lo cual parece que por fin va a desencadenar una reacción de este conglomerado mediático y de las asociaciones de prensa contra el matón. Bien está que se hayan decidido por fin a hablar de Esteve y su chiringuito contando las cosas como son.
Aunque nos tememos que servirá de poco. Porque en los medios de comunicación también existen las clases y los estratos. Me da que los periodistas amenazados no son las grandes estrellas de Atresmedia ni sus directivos, que, muy probablemente, sigan viendo con simpatía a los matones neonazis. Tampoco inspira confianza saber que Esteve y su tropa tienen tratos con las fuerzas de orden que deberían protegernos de ellos.
Lo único que nos lleva al optimismo es la cobardía, otra característica de estos grupúsculos, que ya ha hecho que Esteve empiece a recular de sus amenazas en cuanto ha visto que podrían tener consecuencias, y su comentada inutilidad en las técnicas de defensa que tanto pregonan. En todo caso recuerden: aunque les llene un programa televisivo, un nazi es un nazi. Atresmedia lo acaba de aprender.