Antonio Gil
El ERE que afecta a la plantilla de la fábrica de Bosal en Pedrola (Zaragoza) ha dado un giro inesperado de última hora.
Cuando todo parecía encaminado al cierre irreversible de la planta y al cobro de la correspondiente indemnización por los afectados, noticia que recogimos en este medio hace escasos días, el 26 de julio, ahora la empresa afirma que su situación de insolvencia y falta de liquidez le impide hacer frente a estos pagos.
La empresa ha comunicado que, tras la subida de precios de los tubos de escape que facilitaba a Volkswagen (y que supuso la ruptura del contrato por parte de la multinacional alemana) ha tenido por fin beneficios, los cuales utilizará para pagar las nóminas de julio y el permiso retribuido de la plantilla de agosto.
La intención última de la dirección de Bosal es solicitar concurso de acreedores en cuanto se complete la devolución del material que queda en la planta y se completen algunos pagos pendientes. Tras el cierre de este centro, la presencia en España de la multinacional con sede en Holanda cesará, tras el cierre de otra planta en Sagunto en el año 2015. En este caso, los despidos serían asumidos por el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), por lo que la plantilla con más antigüedad no recibiría una indemnización acorde con el tiempo trabajado en la empresa.
Desde el comité de empresa se siguen buscando alternativas a este cierre. La negociación del ERE sigue abierta hasta el 21 de agosto, aunque los sindicatos denuncian la escasa voluntad de la empresa por buscar una salida que garantice el empleo en la fábrica, y denuncian un cierre patronal encubierto.
