Lo cierto es que esta semana ha venido cargada de varios asuntos que merecían un artículo: la condecoración del coño moreno de Ayuso a Milei, el revuelo por las palabras de M´Bappe, flamante fichaje del Real Madrid, sobre las elecciones de su país y la reacción consiguiente de la ultraderecha en Francia y España, la reapertura de casos de lawfare aparentemente cerrados, por ejemplo el de Mónica Oltra, el desbordamiento definitivo del turismo basura… son sólo algunos de los temas que El Villano de Madrid hubiera querido comentar. Sin embargo, he creído más conveniente rescatar otro asunto más propio de la semana anterior. Porque considero que como uno de los dos o tres madrileños de izquierdas que quedan y como lector me afecta personalmente.
Hace una semana cerró la edición de 2024 de La Feria del Libro. Este evento, como se imaginarán, ofrece unos días de ocio cultural y de asueto en nuestra querida villa medieval, hoy convertida en gran urbe capital de un país. Desde bien pequeño este Villano ha acudido al acontecimiento disfrutando de la visión de la oferta literaria de la ciudad reunida en el Parque del Retiro. De hecho, en la ya no tan cercana infancia de este cronista de ustedes, la visita del colegio donde estudiaba a las instalaciones de La Feria en los últimos días del curso era un clásico que se repetía todos los años. Cierto que, como en toda feria, subyace un cierto impulso consumista de productos que precisamente van dedicados a cultivar el espíritu, pero de todas maneras ya muchos tenemos el problema de comprar más de lo que podemos leer, así que padecer esta pulsión entre familias, lectores ilusionados y grupos de amigos que hacen de sus compras literarias una actividad social es siempre agradable. A lo largo de los años este Villano ha llenado sus estanterías de productos de la Feria, aunque debo reconocer que varios de estos volúmenes, y no sólo llegados en esta última edición, aún esperan el momento en que pueda leerlos. Con el añadido de que algunos de ellos están dedicados por sus autores. Novelistas como Javier Cercas o Almudena Grandes, que en paz descanse, ensayistas como Daniel Bernabé, historiadores como Ángel Viñas o Paul Preston, y varios autores y dibujantes de cómic como Mauro Entrialgo, Manel Fontdevila, Mamen Moreu o Flavita Banana han firmado sus obras al autor de estas líneas o cuando menos le han permitido disfrutar de su presencia a lo largo de los años. Por supuesto, el momento en que un autor que uno admira o sigue te habla cara a cara o te dedica su obra es muy especial para mucha gente, y este año el autor de estas líneas no ha dejado de lamentarse de que, con todas las ediciones de este acontecimiento en las que tuvo esa oportunidad, nunca recordó ir a que Francisco Ibáñez le firmara su obra en su presencia habitual en el evento
Desafortunadamente, La Feria tiene un reverso a estos momentos tan gratificantes donde uno conoce a sus autores favoritos y es que, como evento público y plural que es, este acontecimiento también ofrece entretenimiento a otro tipo de público: el visitante también se encuentra con personajes indeseables, promotores de estafas piramidales neoliberales, de desinformación o de falsificación de la historia, cuando no directamente de propaganda fascista. Youtubers como Un Tío Blanco Hetero, «historiadores» como Pío Moa, economistas liberales como Juan Manuel Rallo o Daniel Lacalle, «intelectuales» como Gloria Álvarez o Jaime Bayly o «periodistas» como Luis del Pino también han aparecido ante los ojos del autor de estas líneas en La Feria. A veces jaleados por sus fanboys, que sólo así pueden calificarse los niños rata que acuden a que les firmen los economistas liberzotas, por ejemplo. Se lo aseguro: se emocionan y gritan al ver a Rallo o Lacalle. Uno se pregunta si no tienen algún tipo de merchandising de lo suyo como los trekkies o los fans de Juego de Tronos. También recuerdo a un señor que parecía una caricatura de Pedro Vera del fachapobre comentado sobre Jaime Bayly : «Eghhte eg de log que llaman a lag cosah por su nombre».
Cuando uno se encuentra situaciones así, siente rabia o repugnancia, según la intensidad de la maldad del autor en cuestión, pero en general uno lo asume como un precio a pagar por seguir disfrutando de todo lo bueno que da La Feria que, después de todo, sigue siendo más que lo malo. Todo el mundo tiene claro esto. Todo el mundo se comporta. Todo el mundo disfruta sin meterse en lo que hagan los demás.
¿Todo el mundo? Lamentablemente parece que ya no es así. Resulta que en la edición recientemente finalizada, algunos periodistas como Antonio Maestre firmaron con escolta, porque habían recibido amenazas de fascistas y neonazis. Otros periodistas especializados en estos temas, como Miquel Ramos, confirmaron que habían recibido amenazas similares y que se ha normalizado. El punto culminante llegó el día 14 cuando Fonsi Loaiza estaba firmando sus libros y pareció un energúmeno, acompañado de la que parecía ser su pareja, y el bebé que ésta llevaba en un cochecito —!!!!!―y empezó a gritarle «rojo de mierda», «maricón», y otras lindezas, todo esto ante la presencia de efectivos de las policías nacional y municipal que no movieron un dedo. Ni siquiera identificaron a los atacantes, mientras estos no sólo insultaban sino que amenazaban con ataques futuros: «A todas tus putas firmas voy a ir», gritó el agresor, de momento sólo verbal. El incidente fue registrado en video por el propio Loaiza y colgado en las redes. Cualquiera puede verlo.
Posteriormente otra periodista, Ana Bernal-Triviño, retwitteó el vídeo de Loaiza, explicando que ella también había sufrido un incidente similar con otro perturbado que la esperó hasta el final de su acto para montar el pollo. Bernal-Triviño afirmó que su acosador era «votante de Vox». Es cierto que uno puede preguntarse cómo llegó la reportera a dicha conclusión, pero es muy probable que el atacante se lo hiciera saber y a nadie nos extrañaría, lo que nos lleva a una conclusión ya evidente de por sí, pero confirmada por los hechos, de que la normalización y permisividad de ciertas actitudes por parte de determinados partidos está trayendo disgustos y situaciones nada agradables a la vida cotidiana de los ciudadanos. Más aún, ciertos integrantes de dicho partido, como el alcohólico Hermann Tertsch, justificaron y alabaron a los agresores de Fonsi Loaiza, calificándolos de «pareja de españoles decentes». Interesante saber que poco después se conoció que ese individuo era conocido en el mundillo neonazi como Pepe de Alcalá y arrastraba un largo historial de antecedentes, incluyendo maltrato y lesiones.
Supongo que ya entienden mi consternación y preocupación por estos hechos. El Villano no tiene ganas de ir a La Feria preparado para la batalla. Este cronista de ustedes se va a seguir comportando vea a quien vea en esas instalaciones, uno no va a este evento a representar escenas grandilocuentes. Pero asusta lo que puede pasar cuando visitas de colegios, como el que instruyó al autor de estas líneas, acudan a La Feria y encuentren a nazis violentos armando bulla. Asusta el futuro que le espera al bebé de Pepe de Alcalá y su presumible pareja. En opinión de este Villano, sólo el hecho de llevar a un bebé a ese tipo de actividades debería ser motivo para retirar la patria potestad a unos padres. No es de recibo que ningún menor crezca educado en el odio. La Feria ha sido siempre un lugar de sosiego y ocio donde iban hasta escolares como los antes mencionados y El Villano quiere que siga así. Antes de que nadie me venga con esas, NO, NO ES UN PROBLEMA DE POLARIZACIÖN NI DE EXTREMOS. Yo voy a seguir manteniendo la compostura cuando vea a gentuza como la que describí unos párrafos más arriba porque me parece importante que haya espacios de convivencia. Sólo los integrantes de una ideología han decidido cargarse el remanso de paz del que siempre hemos disfrutado en la Feria. No puedo garantizar que nunca haya habido un incidente, pero sí digo, y mantengo, que El Villano no se enteró de ello y que este año no ha sido, como ven un incidente aislado de un loco, sino una pauta general. De modo que sí, no se lo niego, inquieta. Sobre todo porque uno no ve reaccionar a las fuerzas de orden contra estos energúmenos ni que nadie actúe con decisión contra quienes les dan amparos en medios y política. ¿Tendremos que ir a La Feria armados?