¿Más de lo mismo en Izquierda Unida y en el PCE?

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 José María Alfaya y otros, en Hojas de Debate 

La debacle de la candidatura de Aguilera y Cubero es el resultado en gran medida de no hacer ni en IU, ni sobre todo en el PCE, una oposición a los grupos reformistas que gobiernan ambas instituciones de manera pública, razonada y persistente.

Las recientes elecciones internas en Izquierda Unida arrojaron unos resultados claramente continuistas de un 53,4% a favor de la candidatura reformista encabezada por Antonio Maíllo y de un 23,4% a favor de la que dirigía Sira Rego del mismo signo político, frente a las que defendían posiciones críticas que obtuvieron un 14,1%, la de Álvaro Aguilera-Cubero, y un 8,3%, la que proponía José Antonio García Rubio. 

El resultado obtenido por Maíllo pone de manifiesto que el grupo socialdemócrata que controla el PCE también continuará gobernando en Izquierda Unida. Desde una posición privilegiada que le ofrece el dominio de los aparatos en ambas organizaciones ha podido llevar a cabo una campaña en bastante mejores condiciones que las que han tenido el resto de las candidaturas, especialmente la liderada por García Rubio que no ha podido contar con el apoyo de ninguna organización, ni desde dentro ni desde fuera de IU.

Por otro lado, la debacle de la candidatura de Aguilera y Cubero es el resultado en gran medida de no hacer ni en IU, ni sobre todo en el PCE, una oposición a los grupos reformistas que gobiernan ambas instituciones de manera pública, razonada y persistente. Dentro de IU ni siquiera han hecho oposición, actividad que en exclusiva desarrolló Izquierda Necesaria a la que aislaron. Pero, sobre todo, en el interno del PCE, su disensión a la dirección transgresora del XX Congreso, ultimo evento legítimo y legal, ha sido clandestina, ocultando a la militancia comunista y en general a los trabajadores y capas populares, sus posicionamientos políticos que, aparentemente y no de manera consecuente, han venido defendiendo en el exclusivo ámbito interno en torno a la recuperación del PCE como una organización que debe ser marxista-leninista por mandato congresual. En este sentido cabe señalar la excepción del Comité Nacional del Partido Comunista de Canarias que sí se ha pronunciado y actuado de manera pública y consecuente.

Mientras, el “sector oficialista” no repara en publicitar su política haciendo uso exclusivo de Mundo Obrero, trasladando informaciones a los medios, utilizando para sus fines las instituciones en las que están presentes y disponiendo de los correos electrónicos para comunicarse con los militantes.

A sabiendas de que el XXI Congreso del PCE fue un “congreso” repleto de irregularidades y desobediente a las normas estatutarias por la dirección saliente, una cuestión que fue denunciada por Hojas de Debate, el sector crítico de Alberto Cubero, no ha planteado de manera abierta ante la militancia la necesidad de un Congreso Extraordinario que pudiera ratificar el programa del XX Congreso y que tuviera la oportunidad de elegir una nueva dirección en el PCE acorde con la transformación de la organización bajo las directrices de este último Congreso legítimo.

No hay mal que por bien no venga. Aunque muy tarde, sigue presente la imperiosa necesidad de que el sector crítico que representa Alberto Cubero modifique de manera radical su habitual comportamiento político subrepticio, y a partir de ahora efectúe una oposición abierta al grupo socialdemócrata, pública, fundada y constante, que combata el reformismo de Enrique Santiago y su grupo, que defienda las tesis del XX Congreso, y las sepa trasladar también al seno de Izquierda Unida en su labor de oposición a la nueva dirección de esta entidad.

En esta labor, resulta indispensable que IU y el PCE se desliguen de Sumar de manera inmediata. No solo por sus pobres resultados electorales recientes en Galicia, País Vasco y Cataluña, sino porque es un ente personalista, sin base orgánica, que hace las veces de muleta de la socialdemocracia belicista y neoliberal del PSOE, contraria a los postulados consuetudinarios de IU y del PCE. 

Es preciso articular una nueva alianza, lejos de Sumar, que reivindique Paz y Soberanía, porque Sumar no se opone verdaderamente al rearme militar del Estado español ni tampoco a la OTAN. Sostiene, por el contrario, políticas belicistas y de implicación en la guerra de Ucrania con la entrega, además,  de armamento a Israel, en lugar de promover el alto el fuego inmediato, la apertura de negociaciones de paz y el cese del genocidio del pueblo palestino, así como la ruptura de relaciones diplomáticas con el estado sionista. 

De igual forma, es necesario exigir la recuperación de nuestra soberanía no solo en relación con la OTAN sino también respecto de la UE, rebatiendo  el actual marco institucional de la Unión Europea, abogando por uno nuevo que permita relaciones entre todos los países de Europa basadas en el respeto de la soberanía política, en la defensa de los intereses de la mayoría social, en la oposición al neoliberalismo y sus monopolios, y que fomente las relaciones económicas con todos los países del mundo, con renuncia a la imposición de sanciones a terceros y al uso de la fuerza que conlleva la práctica colonialista.

Todo ello es lo que espera la militancia comunista que aún permanece afiliada en el PCE.

José María Alfaya González
Arturo Borges Álamo.
Julián Cudero Hernández.
Fernando Francisco Serrano.
Manuel García Rafart.
Elisabet Lebrument García
Vicente López Olano.
Miguel Medina Fernández-Aceytuno.
Agustín Millares Cantero.
Paula Núñez Peraza.
Arturo Peiro Pons.
Edgar Téllez Ramírez.

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