La economista mexicana Paola Schietekat Sedas sufrió un abuso sexual mientras trabajaba en Qatar, en el Comité Organizador del Mundial de Futbol que comenzará el próximo 21 de noviembre.
Pero, en lugar de castigar al agresor, las autoridades de ese país le impusieron a ella una condena de 100 latigazos y siete años de cárcel.
El pasado 6 de junio, un conocido entró en su habitación mientras dormía y la agredió sexualmente. Con el certificado médico que demostraba la agresión, acudió a la policía junto con el cónsul de México en Qatar, Luis Ancona. Que ante las críticas por la inacción posterior, le aconsejó a la víctima «Pues cierra bien tu puerta», según declaraciones de la misma.
«Horas después, me salieron moretones en todo el brazo izquierdo, el hombro y la espalda. Mantuve la cabeza fría: le avisé a mi mamá, a un colega del trabajo y documenté todo con fotos, para que mi memoria, en un intento de autoprotección, no minimizara los eventos o borrara por completo parte de ellos», relataba la víctima en un artículo publicado recientemente.
La policía la citó a un careo con su agresor, quien aseguraba que eran novios y que ella había dado consentimiento. En Qatar, las relaciones extramatrimoniales son un delito, y eso era lo que les preocupaba a los policías.
Con la ayuda del Comité Organizador del Mundial y de Human Rights Watch, logró salir del país el 25 de junio y volver a México.
La sentencia, que se dio a conocer en su ausencia, absolvió al agresor y a ella le impuso la pena de 100 latigazos y siete años de prisión. Era culpable por haber tenido una relación extramarital. Culpable de «Fornicación». Los letrados le recomendaron casarse con su agresor para evitar la pena.
El haber huido del país, al que no puede regresar, le evitará el castigo, pero al hecho traumático e impune, debe sumar ahora la pérdida de su empleo y su carrera profesional.
Una nueva infamia, para vergüenza de la FIFA, que concedió el mundial a Qatar tras una campaña de corrupción y sobornos a los miembros del jurado. Y que ha visto como la muerte de miles de trabajadores en las obras, en condiciones de semiesclavitud, ha provocado la protesta de gobiernos y selecciones de fútbol europeas.
