El gran capital, sus terminales de pensamiento y sus lanzaderas mediáticas se han agavillado contra el futuro gobierno de coalición compuesto por PSOE y Unidas Podemos. “Las arradios en estos días echan humo”, expresión utilizada por el cura rojo de la Sierra Sur de Sevilla, Diamantino García.
A la Segunda República, con la victoria electoral del Frente Popular el 16 de febrero de 1936, hace ahora unos 84 años, es donde tenemos que remontarnos para encontrar una fórmula de gobierno articulada en torno al PSOE, por la Izquierda Republicana de Azaña, por el Partido Comunista de España y por las fuerzas nacionalistas de Euskadi y Cataluña. Ahora, con la repetición de las elecciones generales la derecha no suma, sigue sin sumar…dicho de otra forma, carece de apoyos parlamentarios suficientes para investir a una candidato/a de la derecha. A la izquierda, sumándoles el nacionalismo vasco y catalán, y otras expresiones u organizaciones territoriales, le salen los números. Y este hecho político de correlación de fuerzas está haciendo que las grandes empresas, las multinacionales, los lobbies, la jerarquía eclesiástica, los que cortan el bacalao mediático en este país, a los que hay que sumarle, los que han calentado los sillones, atravesando las puertas giratorias en los consejos de administración de las grandes eléctricas, la banca y las otras agrupadas en el IBEX 35 que están mostrando su gran preocupación en estos días claves en los que se está articulando un gobierno y recabando apoyos para que vea la luz en la carrera de San Jerónimo en primera o segunda vuelta para investir al presidente. Están maniobrando todo lo que saben o pueden para hacer fracasar al futuro gobierno de coalición de la izquierda. No le llega la ropa al cuerpo, el insomnio ha cambiado de bando. ¿Por qué están dando muestras de tanto nerviosismo y preocupación? Porque tienen motivos.
Al gobierno de la izquierda al que todo el mundo pide dos cosas: que sea decente y honesto, y que restablezca los derechos sociales. Eso en España es revolucionario, yo diría “Lo más revolucionario”. Acabar con la indecencia, impidiendo el saqueo y el robo generalizado de lo público, poniendo freno a los abusos de los oligopolios eléctricos, que para allanarnos han venido contando hasta ahora con la posibilidad de fichar políticos o expolíticos de renombre. Con palabras de Iglesias, “Comprándose políticos para sus consejos de administración”.
Hacer de España un país trasparente y honesto va a costar muchísimo esfuerzo, la corrupción lleva muchísimos años adherida al ADN hispánico:
Cuando invocan a la patria las derechas entrajadas o a caballo, cuando se envuelven la bandera, cuando la lucen en politos de marca o pulseras en carísimos relojes, la patria que invocan es el refugio de los canallas. Se escanden tras el noble nombre de España quienes tienen sus fortunas en paraísos fiscales…
Así es que el nuevo gobierno ha de empezar con la tarea de garantizar que se cumpla la parte social de la Constitución, luchando sin descanso por los derechos laborales y sociales del pueblo trabajador. Contar con recursos que garanticen pensiones dignas, salario mínimo de 1.200 euros y derogar todas aquellas reformas laborales que han colocado a los trabajadores a los pies de los caballos de la precariedad. La defensa de la sanidad y la enseñanza pública, abordar una reforma fiscal proporcional a los ingresos de cada cual en la que pague el que más tiene y que no haya ningún español con dinero en paraísos fiscales.
El nuevo gobierno debe trabajar por una sociedad en la que se garanticen los derechos de todas/os, redistribuyendo el fruto del trabajo, la riqueza creada por el pueblo trabajador. Eliminando la brecha de género y acortando la desigualdad social.
Así se construye la verdadera Patria.