La alternativa

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Escribo mi segundo artículo en condiciones de confinamiento, y por desgracia, me temo que todavía quedan unos cuantos. No cabe duda de que lo estamos pasando mal, que estamos padeciendo una plaga que nadie imaginaba. Un mantra que diversos políticos e instituciones repiten estos días es que el mundo atraviesa su momento más duro desde la Segunda Guerra Mundial. Y es muy difícil en una situación sin precedentes, y que además aún no ha terminado, saber si los que están al mando saben responder adecuadamente. Indudablemente, las manifestaciones del 8 de marzo no debieron celebrarse. La chapuza de los test defectuosos no puede ignorarse.

Ya tenemos a todos los voceros de la extrema derecha a través de los medios que controlan para recordárnoslo. La derecha, la «extrema» y la que se suele considerar «güena», pero que cada vez es más difícil de distinguir de la otra, ha visto aquí, en esta crisis, una oportunidad para desgastar al ejecutivo. En algunos casos no se han cortado pidiendo formar un «gobierno de concentración», de «emergencia nacional», de «unidad», ya que… ¡Unidas Podemos está aprovechando la crisis para instaurar un régimen comunista! No, no es broma, Libertad Digital, por ejemplo, lo insinuó en este artículo. Vamos, que piden un golpe de estado para prevenir un golpe de estado.

Pero analicemos otra cosa. Aunque en la última cacerolada que convocó la derecha se pudo comprobar que, afortunadamente, de momento el mensaje no cala, el desánimo en una situación tan dura puede provocar cansancio y rabia en la población, que la lleve a abrazar, no creo que tesis golpistas, pero sí el ansia de descargar su ira sobre el mensajero de la situación (que insisto, ha cometido errores). Pero ¿era realmente posible llevar esto mejor? ¿Había alternativa?

Normalmente cuando se plantean dudas de este tipo tenemos que usar la imaginación para dar una respuesta, pero en el caso que nos ocupa tenemos muestras muy claras de lo que han hecho los «buenos gestores» allí donde gobiernan:

  • El 19 de marzo Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, de la derecha «moderada», acusaba al gobierno de tener retenido material con destino a su territorio por oscuros intereses partidistas. El 25 del mismo mes se la tenía que envainar reconociendo la dificultad de conseguir material, admitía no saber donde estaban los dos aviones que decía haber fletado, y el 31 declaraba que probablemente les habían estafado. El 1 de abril La Comunidad de Madrid vendía como suyo un avión con material fletado por la Generalitat Valenciana. Añadan a eso el caos en varios servicios sanitarios y en las residencias de ancianos. Cómo será este último, que el 27 de marzo Ayuso intentó vender que las residencias de la Comunidad las llevaban sus socios de gobierno de Ciudadanos (derecha progre de corbatita y gomina) para escaquearse de él. Para no ocultar nada, parece que a la hora de escribir esto, el día 3 de abril, ha llegado uno de los aviones.
  • Quim Torra e Íñigo Urkullu, presidente de Cataluña y lehendakari respectivamente, de las derechas periféricas, consideradas «moderadas» se han contradicho varias veces, pidiendo medidas más duras, pero a su vez acusando al gobierno de «aplicar de forma encubierta el artículo 155» cuando ha tomado decisiones centralizadas. Cabe destacar que el gobierno autonómico de Torra ha sido censurado por varios alcaldes incluso de su misma formación por no permitir que la UME desinfecte residencias de ancianos, o por no disponer de test. Recuerden además que las comunidades gobernadas por estos tres políticos son de las que más han padecido hasta ahora la pandemia.
  • En Andalucía, gobernada por todas las derechas, el 26 de marzo, el Consejero de Presidencia, Elias Bendodo, anunciaba la puesta en marcha de un nuevo modelo de respiradores diseñado para la crisis. En realidad, aunque la Consejería de salud y Familias andaluza corrió a apuntarse la medalla, el proyecto partió de científicos de la Universidad y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga, y en el momento del anuncio aún no habían terminado el prototipo.
  • En el Reino Unido Boris Johnson, al que aún no le han colgado la etiqueta de si es derecha «moderada» o «extrema», decidió en un primer momento que no adoptaría ninguna medida, e incluso el 12 de marzo, llegó a pedir a los británicos que «se prepararan para perder a sus seres queridos», ya que no pensaba parar la economía, algo que como veremos ha sido común en varios gurús de la derecha. Luego se la ha tenido que envainar ante la evolución de la pandemia, y hoy la prensa británica le achaca una chapuza en la realización de test.
  • En Estados Unidos, Trump, de la «extrema» derecha, explicó varias veces que tampoco quería parar la actividad económica, que el remedio no podía ser peor que la enfermedad, y llegó a decir que el 12 de abril quería a la gente celebrando la pascua en las iglesias. Su país afronta ahora unas tasas de paro más altas que en la Gran Depresión, es la nación con más infectados, y los muertos se multiplican a ritmo de más de 1000 por día (1169 en el día y momento de escribir este artículo). Obviamente, también se la ha tenido que envainar.
  • En Brasil, Jair Bolsonaro, de la «extrema» derecha, reacio por lo mismo que todos los anteriores a tomar medidas, se enfrenta a los gobernadores de estados brasileños que aplican cuarentenas y, de los líderes de derechas más parlanchines en esta crisis, ha declarado que es una «gripecilla» o «resfriadillo», e incluso que los brasileños «no enfermamos, producimos anticuerpos. Tendrán que estudiarnos». Como los anteriores, hace dos días se la ha tenido que envainar.
  • En Bolivia Jeanine Áñez, la golpista de la «extrema» derecha que nos venden que llevó la democracia con una intervención militar contra el ganador de unas elecciones, ha declarado, fiel a su fundamentalismo, que su plan es «ayuno y oración».
  • En Europa, el ministro de hacienda holandés Wopke Hoekstra, de la derecha «moderada», ante la petición de ayuda comunitaria de los países afectados, ha pretendido aplicar mecanismos de control financiero a los países del sur del continente, provocando la tan celebrada intervención del primer ministro portugués, Antonio Costa (de izquierdas, por cierto) y también se la ha tenido que envainar viendo hace tres días que en Holanda su juego desleal como paraíso fiscal no les va a librar del problema. Por cierto, el eficiente y trabajador gobierno de Hoekstra, partidario de medidas como no trasladar a los hospitales a los ancianos afectados por el Covid-19, también adquirió hace poco una partida de material defectuoso, en concreto 600000 máscarillas. No ha tenido ni la mitad de eco en prensa, o al menos a mí me lo ha parecido. Pregúntense por qué puede ser.
  • En Hungría, Viktor Orban, de la «extrema» derecha, ha aprovechado la pandemia para mantenerse indefinidamente en el poder y acabar con el control parlamentario. En el día en que escribo este artículo, por cierto, Pablo Casado, máximo representante de la derecha «moderada» en nuestro país se ha negado a firmar un documento de otros partidos de la derecha «moderada» europea para expulsarlo del Partido Popular Europeo.

De modo que ya lo tienen. Gobernando la derecha no ha sido más previsora que nadie, o sabiendo ya lo que se cocía, ha pretendido ignorar la situación en beneficio de la economía de los de siempre. Y en último caso, Orban lo ha aprovechado para, de facto, instaurar una dictadura de «extrema» derecha. Lo mismo que aquí piden varios. De modo que sí, en este caso se puede comparar. La situación es difícil para todos, seguro. Pero como algunos van dando lecciones les recuerdo su actuación. Si en adelante callan no seguiré haciéndolo.

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