De topos, calles y patos… #yomequedoencasa

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Hugo Montalbán Ramos

Pasan los días y con ellos, ciertas sensaciones. Ha llegado el paro, brusco, seco y silencioso, el que hace que las personas recuperen su realidad, su verdad, su propia naturaleza. Ya no está el bullicio en la avenida, ni la pitada intranquila del que no llega, por que simplemente ya nadie llega, no llega el maestro, no llega el autónomo, no llega el trabajador, por no llegar no llega ni el gobierno.

El planeta simplemente agradece la pandemia, el pato que se pasea por San Jacinto se
pregunta dónde está. La desolada mal nombrada calle Agricultores ni se despereza a las doce, queridos, es una avenida o más bien un bulevar, ¿pero una calle?, -las cosas que pasan en la periferia… ya se sabe… -lo mismo es por el nombre, -¿Agricultores?, ¿a esa gente le vas a poner una calle?, sí y de paso se la ponemos a las costureras… vaya nombres, y de paso le ponemos también una calle a las cajeras, y a los reponedores, y a los transportistas, y a los celadores, y a los cocineros del hospital, y de paso decimos que sus cutres, malogrados, sucios y mal pagados trabajos son los que nos sostienen… -pero luego llega la grandeza del Vaticano, siempre animoso ante la adversidad, y las largas colas de feligreses,- ¿largas colas?, ¿Dónde? -…donde siempre han estado, en sus casas, – pero nos recuerdan que la Iglesia somos todos, ¡Hasta los infieles!, aquellos que no dan limosna nunca, -como por ejemplo mi apreciado Amancio, sí, sí, Amancio, voy a pedir para él El Princesa, -que por cierto vaya nombre… con bien que quedaba Príncipe… -porque éstos sí que son de alabar, mi Rey con lo campechano que es, ¿ahora a que viene todo esto?, -pues a nada. Como iba diciendo…ah sí… ¡¡el Vaticano!!, ¡¡que vamos a sacar los santos!!, -los santos!!?, que poca vergüenza!! Llamar así a las imágenes. -Pues perdón por la expresión, pero pensé que las peticiones y las acciones de gracias eran cuestión de santos, no de otras devociones… aunque en Sevilla todo pase por los mismos altares.

El gobierno, ¡¡hay… mi gobierno…!!, tranquilo me hayo…-para que vamos a engañarnos…
tampoco tanto… hoy quince diitas más, y ya solo me quedan tres semanitas, algunos dicen que hay que parar todo, aunque los que lo dicen llevan parados décadas, no sé que diría mi
Amancio, supongo que no le habrán preguntado, ¿o sí? De todas formas a él le viene mal, el pobre ha tenido he suspender a 25.000, de los de las calles… – ¿calles?, -si hombre, los de Pino Montano…-Pero bueno esa gente tampoco importa tanto!!. Amancio trae tus mascarillas amigo!! Que de lo demás ya hablaremos. – Es que aquí lo que importa es la solidaridad, el confinamiento, el aplauso a los médicos, – ¡Y a los de las calles!!, – ¡También!!, el país es muy solidario, que le pregunten a Filiberto, cuando lo despidieron, le faltaban manos para contar los testigos del juicio de su despido, ¿o no?.

El trabajo, con lo bien que estamos, ahora que era todo vino y rosas, la economía galopaba, el dinero fluía, los trabajos bien remunerados afloraban como setas, -¿Cómo setas?, -Bueno, como flor del Himalaya, y Amancio una vez más dando dadivas en forma de maquinas de lucha contra el cáncer, y llega esto… azotando la economía de mercado, la globalización, el sistema capitalista que tanto nos ha dado, – ¿tanto?, -Sí, hasta calles en Pino Montano!!. Esa economía que nos hacía poner una franquicia de ese restaurante, donde había un taller de sastrería, ¡¡y cerrar fabricas!! ¡¡Porque no tiene sentido fabricar nada!!- Ya los chinos son más competitivos, y mayor número, y no interesa fabricar nada, ¿para qué? – Pues para esto: no saber fabricar nada implica no tener más tejido productivo que el que tenemos, el de servicios, pero claro, es más fotogénico el Mercado del Barranco, que Astilleros, – ¡¡Y más transitable para los patos!!

Europa, – ahí sí que estamos en la vanguardia. – Pues sí, el viejo continente unido por un gran objetivo ser fuerte, lo que no han dicho es ante quién o qué. Creo que para lo que le importa a la gente de las “calles” no son nada fuertes, ante la pandemia, ni está ni se le espera, o más bien sí… ya verás… el día después como si que está. Con sus burócratas, sus elefantes políticos, sus economistas y su podredumbre intelectual. Aunque de esto, ya nos enteraremos…

Hace tiempo leí un libro de Jesus Torbado y Manuel Leguineche, “los Topos”, trata de hombres que pasan más de la mitad de sus vidas enterrados, escondidos, confinados. Todo ello por miedo a morir, a ser represaliado, muchos no fueron conocidos por sus allegados, no asistieron a los entierros de sus familiares, no pudieron ver crecer a sus hijos, no pisaban la calle, no conocían el sol directo, 30 años se llevaron confinados, por defender algo, casi a ninguno les valió la pena, pero todos salieron un día a la calle. Piénselo, si treinta años estuvieron, posiblemente podamos estar 30 días ó 60. – ¡ay!! si les hubieran dicho que en 30 días ya no morirían!!Ellos ahora se me vienen a la mente, porque ellos lucharon por cosas que hoy tenemos, y este país les enseñó que no por llevar razón iban a tener la victoria. Pensemos en ello, no por tener razón el virus calmará. Pero ahora que todo ha parado y volvemos a nuestra realidad, con nuestras miserias y glorias, pasemos tiempo con los que siempre están, con nuestros hijos y familias, las cercanas digo… no salgan!! que hubo gente que estuvo 30 años!!, y si no tiene ni hijos, ni familia, ni trabajo, descanse que cuando todo acabe, habrá un nuevo escenario, un mundo diferente y espero que ahí si tengan cabida las calles de oficios en el centro de la ciudad.

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