Amarás a tu prójimo como a ti mismo

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La crisis del coronavirus es el mayor drama global que vive la Humanidad desde el fin de la II Guerra Mundial. Cuando todo esto pase, que pasará, tendremos que replantearnos muchos de los dogmas que la ortodoxia ultraliberal nos ha ido colando como principios intocables y en torno a los se ha estado organizando nuestra sociedad. Está claro que nos veremos obligados a recuperar algunas directrices que deberían ser fundamentales en una democracia avanzada como la que nosotros aspiramos a construir:

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas. O dicho de otro modo: todo el mundo tiene ideología. Todo el mundo. Y es normal y lógico que todos veamos la realidad desde la óptica de nuestra ideología.  Quien niega tener ideología es porque se avergüenza de ella. No hay ni que obviarla ni negarla, ya que todas las ideologías son legítimas. Lo que no siempre es legítimo son los medios para desarrollarlas ni la práctica que de ellas se derivan.
  2. No tomarás el nombre de tu Señor en vano. El patriotismo no es enarbolar una banderita gritando “a por ellos” sino entender que la solidaridad y el bien común debe primar SIEMPRE sobre el interés individual. Debemos entender, por tanto, que ese patriotismo no es incompatible con una visión federalista o, incluso, confederalista del Estado.
  3. Santificarás las fiestas. Valorarás realmente el tiempo con tus amigos y tu familia y entenderás que el hombre es un ser social.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre. Nuestros mayores son un bien a defender. Su experiencia es una riqueza para todos y sus sacrificios y trabajo es lo que nos ha dado la sociedad que ahora vivimos y el bienestar que disfrutamos.
  5. No matarás. Debemos primar la salud de todos sobre el beneficio económico privado. La inversión en Salud pública no es un “gasto”.
  6. No cometerás actos impuros. La base de la riqueza social es el trabajo, no la especulación financiera.
  7. No robarás. La corrupción y el derroche injustificado de fondos públicos hace que, cuando llegan momentos de emergencia, no haya suficientes recursos.
  8. No darás falso testimonio ni mentirás. Los bulos, las intoxicaciones y las mentiras nunca son aceptables en democracia y debemos luchar contra ellos con todas nuestras fuerzas.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Las presiones privadas (patronal, banca, etc) no tienen legitimidad sobre el interés colectivo de toda la sociedad.
  10. No codiciarás los bienes ajenos. La progresividad fiscal, el pago de impuestos de forma proporcional a la riqueza, es la única forma de disponer de recursos para el Estado y de evitar que, cuando vengan malas, nadie quede atrás.

Estoy seguro que, más de uno de los que me conoce, pondrá cara de sorpresa al leer este decálogo, habida cuenta de mi ateísmo declarado, pero que no se alarmen. Sigo pensando igual. No obstante creo que es una buena forma de que no olvidemos las lecciones que hemos aprendido el enumerarlas siguiendo la guía de los Diez Mandamientos. Y, como ya saben, el principal mandamiento es amarás al prójimo como a ti mismo.

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