Manifiesto por una Andalucía Republicana y Federal

0

Andalucía, a lo largo de su historia, ha forjado una robusta y sólida identidad que le confiere un carácter singular como pueblo, asentado desde épocas milenarias en un ámbito geográfico diferenciado, espacio de encuentro de diálogo entre civilizaciones.

Nuestro valioso patrimonio social y cultural está basado en los valores de justicia y libertad y solidaridad federal, baluarte de los derechos y libertades de todos los pueblos de España.

Andalucía ha compilado un rico acerbo cultural por la confluencia  de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado ejemplo de mestizaje humano a través de los siglos. La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que atesora una pluralidad histórica y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo.

Esta síntesis perfila una personalidad andaluza construida sobre valores universales, nunca excluyentes. Y es que Andalucía, asentada en el sur de la península Ibérica es un territorio de gran diversidad paisajística, con importantes cadenas montañosas y con gran parte de su territorio articulado en torno a lo largo del río Guadalquivir, que abierta al Mediterráneo y al Atlántico con una dilatada fachada marítima constituye un nexo de unión entre Europa y el continente Africano.

Un espacio de frontera que ha facilitado contactos y diálogos entre norte y sur, entre los arcos mediterráneos y atlánticos, y donde se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medio en clave humana.

Estos rasgos entre otros no son solo sedimentos de la tradición, sino que constituyen una vía de expansión de la cultura andaluza en España y en el mundo y una aportación contemporánea a las culturas globales. El pueblo andaluz es heredero, de un vasto cimiento de civilizaciones que Andalucía puede aportar a la sociedad moderna sobre la base de los principios irrenunciables de igualdad, democracia, solidaridad federal y convivencia pacífica y justa.

El ingente esfuerzo y  sacrificio de innumerable esfuerzo de andaluzas y andaluces a lo largo de los tiempos en la reciente etapa de su construcción nacional y democrática, que es cuando  Andalucía expresa su identidad como pueblo a través de la lucha por la autonomía plena. Andalucía ha vivido un proceso intenso de nuestra historia y se ha acercado al ideal de Andalucía libre y solidaria por la que luchara incansablemente Blas Infante, padre de la patria andaluza.

Ese ideal autonomista hunde sus raíces en nuestra historia contemporánea. El primer texto que plasma la voluntad política de que Andalucía se constituya como identidad política con capacidad de autogobierno es la Constitución Federal Andaluza, redacta en Antequera en 1883. En la Asamblea de Ronda de 1918 fueron aprobados la bandera y el escudo andaluces.

Durante la  II República, el movimiento autonomista cobra un segundo impulso. En 1933, las Juntas Liberalitas de Andalucía aprueban el himno andaluz, se forma en Sevilla, la pro- Junta Regional Andaluza y se elabora un proyecto de Estatuto. Tres años más tarde en 1936, la guerra civil rompe el camino de la autonomía al imposibilitar la trasmisión parlamentaria de un estatuto ya en ciernes.

Esta vocación de las Juntas Liberalitas, lideradas por Blas Infante, por la consecución del autogobierno por alcanzar una Andalucía libre y solidaria en el marco de la unidad de los pueblos de España, por reivindicar el derecho a la autonomía plena y a la posibilidad de decidir su futuro, emergería años más tarde con más fuerza y respaldo popular.

Las manifestaciones multitudinarias del 4 diciembre de 1977, donde fue asesinado Manuel José García Caparrós en las calles de Málaga y el referéndum del 28 de febrero de 1980, expresaron la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno del máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España. Desde Andalucía se dio un ejemplo extraordinario de unidad encabezado por la clase obrera y las capas populares a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena frente a los que no aceptaban que fuéramos una nacionalidad en el mismo plano a las que se acogían al artículo 151 de la Constitución Española.

Andalucía ha sido la única comunidad que ha tenido una fuente de legitimidad específica en su día al acceso a la autonomía expresada en las movilizaciones populares, amasadas por la sangre de Manuel José García Caparrós y mediante tres referéndums, lo que le otorga una identidad propia y una posición incontestable en la composición territorial del Estado. El nuevo Gobierno de coalición que ha abierto el diálogo con Catalunya y sus instituciones debe contemplar asimismo el diálogo con Andalucía y con los demás pueblos para configurar un nuevo modelo territorial, federal y solidario.

El Manifiesto andalucista de Córdoba definió Andalucía como realidad nacional en 1919, cuyo espíritu los andaluces encauzaron previamente a través del proceso de autogobierno, hoy la actual Constitución en su artículo 2 reconoce Andalucía como una nacionalidad histórica.

Todo este caudal de esfuerzos del Estatuto de Autonomía ratificado por los andaluces y andaluzas el 20 de octubre de 1981 (conocido como Estatuto de Carmona), ha sido una herramienta fundamental a la hora de ir entrelazando los mimbres con los que estamos tejiendo la construcción nacional de Andalucía.

Hoy, los argumentos que construyen la convivencia de los andaluces y andaluzas nacen de un nuevo proyecto histórico que debe permitirnos afrontar con garantías los retos de un tiempo nuevo, definido por los profundos cambios geopolíticos, económicos, culturales, tecnológicos y la emergencia climática.

Hemos de profundizar el autogobierno, extrayendo todas las posibilidades de descentralización que ofrece y abre camino, diálogo del nuevo Gobierno de coalición abierto en Catalunya y que ha de desembocar en solidaridad, en cooperación, se trata de abordar una nueva distribución del poder territorial que solo es posible desde una visión global y plural de España que Andalucía siempre ha tenido.

Hoy como ayer partimos de un principio básico, el que planteó Andalucía en el proceso de acceso a su autonomía y que mantiene plena vigencia: igualdad no significa uniformidad. En España existen singularidades y hechos diferenciados. Andalucía los respeta y los reconoce sin duda alguna. Pero con la misma rotundidad no se puede consentir que esas diferencias se deban como escusa para alcanzar determinados privilegios. Andalucía respeta y respetará la diversidad pero no permitirá la desigualdad.

Se trata en definitiva de conseguir un Estatuto para el siglo XXI, un instrumento jurídico que impulse la igualdad, la justicia social en el marco de un República Federal y solidaria.

Por ello y como expresión de su voluntad a través de IULV-CA defiende el modelo federal frente a los modelos centralistas, y confederales. Y ello, por la tradición cultural y política que las aspiraciones de la clase obrera y de los pueblos de España que han abrazado siempre el ideal emancipador  de toda la clase y de todos los pueblos de la República española.

Ante la  cercanía del 28F, IULV-CA llama a la movilización del pueblo andaluz. Llamamos a salir a la calle con nuestras banderas blancas y verdes en defensa del pueblo trabajador andaluz, de la Autonomía plena, de los derechos sociales, para hacer frente a las privatizaciones, frente al recorte de las libertades del gobierno de la ultraderecha que actualmente dirige Andalucía.

Este 28F hemos se ha de convertir en un clamor multitudinario en defensa de precios justos para productos agrarios, por la defensa de los servicios públicos, por la defensa de las reivindicaciones del feminismo andaluz y del colectivo LGTBI.

¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.