La OTAN, fundada en 1949 y liderada por EEUU como alianza contra la Unión Soviética, cumple 70 años de historia sangrienta. Golpes de Estado, bombardeos indiscriminados, invasiones, y todo tipo de agresiones imperialistas al servicio de EEUU, han recorrido durante 7 décadas la historia del brazo armado de Occidente.

El premio Nobel de Literatura y defensor de los derechos humanos Alexánder Solzhenitsyn, comparó, durante la agresión contra Yugoslavia, las acciones de la OTAN con los crímenes de los nazis: «Lo peor de lo que está sucediendo hoy en día no es siquiera el bombardeo a Serbia, por difícil que sea decirlo, lo peor es que la OTAN nos ha trasladado a una nueva era. Tal como lo hizo anteriormente Hitler, al lanzarse a una de sus aventuras de turno y excluyendo a Alemania de la Liga de las Naciones (…), EE.UU. y la OTAN han dejado de lado el sistema de seguridad colectiva de las Naciones Unidas, el reconocimiento de la soberanía de los Estados. Comenzaron una nueva era: el que sea más fuerte puede presionar a los demás. Eso sí que da miedo…».

Tras la caida de la Unión Soviética, y con las manos libres para actuar impunemente, la OTAN se convirtió en la mayor amenaza para la seguridad mundial. Durante su agresión contra Yugoslavia, murieron 5.700 personas, incluidos 400 niños, y fueron heridos 7.000 civiles, el 30% de ellos niños. Además, 821 personas acabaron desparecidas.

Durante la guerra de Afganistán liderada por la OTAN, murieron 35.000 personas y se produjo medio millón de refugiados. En la guerra de Iraq, la promovida por el Trio de las Azores, murieron cerca de un millón de personas y supuso el mayor número de bajas en la historia moderna. La cuarta parte de los muertos eran mujeres y niños, que fueron víctimas del uso de armas prohibidas como el fósforo blanco.

La OTAN ha cumplido también un papel sangriento en países como Libia, con 20.000 muertos, o Siria, que finalmente pudo resistir la agresión a costa de miles de muertos, o en Ucrania, donde promovió y sustentó el golpe de Estado de 2014.

Sin embargo, la Alianza no está para celebraciones, y vive uno de sus momentos de mayor debilidad, ya que existe una dura pugna entre sus miembros acerca de los asuntos en los que debe enfocar su atención en el siglo XXI.

Por ejemplo, el gobierno de Francia está criticando al grupo, mientras Turquía demanda apoyo para su invasión unilateral al noreste de Siria. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue insistiendo en que los aliados deben aumentar sus gastos de defensa.

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